Pequeño lirio de la Madre del Carmelo, los hombres no nos están escuchando, la humanidad sigue renuente a responder a nuestros Llamados de Amor. Son los Últimos Llamados para la humanidad y los hombres creen que no son importantes y otros los ignoran totalmente.
Hijitos, escuchen a mi Casto y Amante Corazón, soy San José, hombre como ustedes, conozco el trabajo, conozco el sudor del esfuerzo, el cansancio de la jornada diaria.
Yo fui Obrero, pero saben, queridos hijos, trabajaba en todo por Dios. Hijitos, en lo que les toca hacer en esta vida, háganlo para mayor Gloria de Dios, no importa que trabajo u oficio te toque hacer, pero hazlo para glorificar a Dios. Mira el trabajo con amor, como la purificación de los pecados de tu alma.
Hijos, he venido a revelarles el Camino de San José y mi Corazón es el Camino. Estar recorriendo este Camino es vivir mis Virtudes, virtudes que me concedió el Espíritu de Dios, por la sencillez y la obediencia a su Palabra.
Queridos hijos, en este Camino de San José, brilla el amor, el amor de Cristo, este amor no es sentimentalismo, este amor es una virtud que se traduce en obras concretas, como lo pueden ser:
• el perdón,
• ponerse al servicio de tu prójimo,
• ver en tu prójimo el Rostro de Jesús, ya sea desfigurado por el pecado, ya sea glorificado por la Gracia, pero en cada hombre mira a Jesús.
• Acciones concretas, como interceder en tus oraciones por el mundo,
• acciones pequeñas que irradien luz para los demás, que los demás vean en ti, a Jesús.
No es necesario el mucho hablar, lo importante es el actuar. Hijos, en este Camino de San José, Yo les quiero enseñar que las acciones cotidianas de cada día los pueden a ustedes hacer santos, y pueden acercar a Dios a los que les rodean, eso quiero para vosotros.
¿Y como van a caminar en este Sendero Josefino? lo harán de una forma muy simple, obedeciéndome. Sólo con la obediencia ya están recorriendo el Camino de vuestro padre José.
Soy San José Peregrino y a todos los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.