Queridos hijos de María, invoquen al Espíritu Santo, cada día, en vuestras oraciones, y, que, a través del Inmaculado Corazón de María, el Espíritu Santo derrame sobre sus pequeños corazones la Unción Celestial, que pasa a través de las Manos de María, y, para que, esa Unción, les haga siervos fieles del Inmaculado Corazón de la Reina del Cielo, como el Espíritu Santo lo hizo también Conmigo, en Nazaret.
Queridos hijos, Mi Hijo adoptivo Jesucristo quiere que ustedes vean en Mi Casto y Amante Corazón un ejemplo de vida interior, de silencio, y de contemplación. Hijitos, para que vuestra vida espiritual sea una incesante vida de oración, los apóstoles de los últimos tiempos tienen que llevar una vida de oración. Con sus oraciones destruyan las obras de Satanás y sean fuertes contra el Enemigo de Jesucristo y de su Iglesia, para que no caigan en sus trampas.
Hijos Míos, recuerden que Soy el Santo del Silencio. Vivan la vida interior del espíritu que se abandona totalmente a la Divina Voluntad y al Espíritu Santo. Hijos, intercedan y oren por la Paz, que está amenazada. Los Enemigos, los Herodes, avanzan, pretendiendo quitar toda fe en la tierra, todo amor a María, y toda adoración al Santísimo Sacramento del Altar.
Sean perseverantes y fieles y Yo caminaré delante del Ejército Mariano en este Éxodo de los corazones. Hijos, no desconfíen, ni se desesperen por las cosas del mundo, sólo oren, oren, y oren mucho. Les amo y les bendigo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.