Yo, hoy, te pido, hijo, la unificación de mi Iglesia. Reconstruye mi Casa que se está cayendo. Caen muchos sacerdotes, ora por ellos. Yo quiero santidad.
Les vuelvo a repetir así: Pueblo Nuevo de Israel, que serás purificado para ser mis herederos, y coherederos con Cristo, de mi Gloria, que vendrá con el Triunfo del Corazón Doloroso e Inmaculado de mi amada Hija “la Kejaritomene”, María de Nazaret.
Yo te amo y te bendigo, mi Manuel.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.