Querido hijito, tu Mamá Reina ha pedido a Jesús tu ser y tu vida, desde antes de nacer, para ser el Heraldo del Reino de nuestros Tres Sagrados Corazones y, el instrumento a través del cual daría mis últimos avisos para la conversión de los hombres, para concretizar lo profetizado por San Luis de Montfort: Los apóstoles del Jesús y de María en los Últimos Tiempos.
Y es también en este país en el que he deseado que brille la Luz de mi Doloroso e Inmaculado Corazón, que sobre Nicaragua apareciera la Gran Señal, la Mujer Vestida del Sol; y establecer, desde aquí hacia el mundo entero, la Devoción a nuestros Sagrados Corazones Unidos.
Queridos apóstoles de los Últimos Tiempos, SI ME ESCUCHAN CON EL CORAZÓN ABIERTO NO SERÁN CONFUNDIDOS.
Lean el capítulo 5 del Evangelio de San Marcos.
Les doy mi bendición maternal.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén