¡Paz y Alegría!
Desde el momento de la Encarnación del Verbo en el Vientre Purísimo de María, se inicia lo que conocemos como los “Últimos Tiempos” o “Últimos Días”. No hay que confundirlo con el fin del mundo que, sólo el Padre Dios conoce el día de la consumación.
El Espíritu Santo de Dios que, cubrió con su sombra a María, desde la Anunciación (Lucas 1, 35), estableció la Unión de los Sagrados Corazones de Jesús y de María para, establecer en la humanidad y, en toda la creación lo que habían perdido nuestros primeros padres: Adán y Eva. Todo por causa de la desobediencia a Dios y que dio origen al pecado y a la muerte. “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3, 8). Ha venido para que tengamos vida y, vida abundante (Juan 10, 10). Es el Camino, la Verdad y la Vida que conduce al Padre (Jn 14, 6).
Toda su Vida Pública, fue un mostrarnos el Rostro Misericordioso de su Padre. Jesús nos enseñó en la oración del Padre Nuestro que, pidamos su Reino y que se haga su Voluntad “Así en la tierra como en el cielo”. (Mt 6, 10).
Sabemos que, en ningún periodo de la historia pasada o presente de la humanidad, hemos aprendido a vivir en la Voluntad de Dios, pero eso no quiere decir que Dios Padre no pueda conceder en un futuro, el deseo de su Hijo Amado: “…Para que todos sean uno como Tú Padre, en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros. Para que el mundo crea que Tú me has enviado. Yo les he dado la Gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno…” (Juan 17, 21-22).
A través de los siglos, Dios ha suscitado en su Iglesia instrumentos proféticos que fueron en su momento perseguidos, difamados, censurados y muchos otros martirizados por su fe. Cuando un profeta es auténtico, Dios no lo libra de la Cruz, pero se encarga a su tiempo de demostrar su autenticidad. La lista en la Iglesia Católica es larga, sobre todo cuando corresponde a las revelaciones privadas. Por ejemplo, costó siglos que la Devoción al Corazón de Jesús fuese aceptada a nivel universal.
Más reciente tenemos las revelaciones de Fátima que, aun cuando no sea dogma de fe creer en sus apariciones no se puede negar el impacto universal y sobre todo en la Iglesia. De ella se refirió el Papa Emérito Benedicto XVI, quien afirmaba que Fátima es un tema no concluido. Es allí en Fátima donde se profetizó el Triunfo del Inmaculado Corazón de María. Ella se presenta con dolor en medio de la Primera Guerra Mundial y advierte que, si no obedecen su pedido, como embajadora del Padre Dios, vendría una Guerra peor, como ocurriría en la Segunda Guerra Mundial. Suplicó que dejáramos de ofender a su Hijo, que estaba demasiado ofendido.
San Juan Pablo II, estuvo muy vinculado a los acontecimientos de Fátima, ya que le atribuyó a la Virgen, de haberlo librado de la muerte, el 13 de mayo de 1981. San Pio de Pietrelcina también, fue testigo del favor de la Virgen del Rosario de Fátima. Sabemos que todas las profecías están condicionadas a nuestra respuesta de arrepentimiento e invitan a la penitencia y conversión.
Recordemos el siguiente pasaje evangélico: “¿Piensan que aquellos galileos, sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás galileos? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos. ¿O creen que aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten acabarán como ellos.” (Lc 13, 1-5).
El Diario de Santa Faustina, estuvo prohibido su divulgación, por más de 20 años hasta que, el entonces Cardenal Carol Wojtyla hoy San Juan Pablo II, revocó por completo la prohibición. En ella encontramos el siguiente mensaje de Jesús a Santa Faustina y al mundo: “Habla al mundo de mi Misericordia… es una Señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia (Diario 848). Prepararás al mundo para Mi última venida. (Diario 429) Habla a las almas de ésta gran Misericordia Mía. Porque está cercano el día terrible, el día de Mi Justicia. (Diario 965).