CENÁCULO DE CONSAGRACIÓN AL PURÍSIMO E INMACULADO VIENTRE DE MARÍA – DÍA 11

CENÁCULO DE CONSAGRACIÓN AL PURÍSIMO E INMACULADO VIENTRE DE MARÍA

Día 11

Día 11

14 de abril del 2014

La Encarnación del Hijo de Dios en mi Santísimo Vientre.

La Santa Madre:

Querido hijo, Yo soy su Madre, Madre del Corazón Doloroso e Inmaculado de la Encarnación del Hijo de DIOS.

Hijo, Yo soy Luz, la Luz de la Encarnación del Hijo de DIOS. Yo soy la tarima de los pies del Padre. Yo soy el Trono de la Divina Sabiduría. Yo soy el núcleo del santísimo Misterio de la Encarnación.

Amado hijo, Yo dije Sí en el momento solemne de la Anunciación. Yo, digo Sí porque soy solo una creatura indigna del amor del Padre, indigna en cuanto a la carne, pero digna en cuanto al espíritu pues fui librada por su misericordia y amor del pecado original. Y, es más, de toda mancha original y perversidad del demonio, que ya conocía mi misión, porque él ya tenía temor de mi existencia porque, soy Yo la que aplastó su cabeza (Génesis 3, 15).

Amado hijo, por eso, en el gran momento de la Anunciación llegó la plenitud, la realización, la creación plena de mi vida. ¿Por qué plena? Porque fui creada para traerles al Salvador, al Amor.

Hijitos, en este momento solemne dije Sí: el universo se colapsó, los astros oscurecieron, la locura del mundo en ese momento se paró, el infierno tembló y el demonio lloró y gritó frustrado y vencido, porque llegaba el momento de la liberación, de la salvación, de la redención.

Por eso, la Luz de ese momento salió desde mi santo Vientre, el Dios Supremo, me entregaba a su Hijo, cada palabra salida de la boca del Padre, se reunió toda en mi Vientre para formar en él, a través del Santo Espíritu, al Santo de los santos, al Rey de reyes y Señor de señores.

Mi Vientre abierto para que entrara el Señor. Yo dispuesta, con humildad y obediencia, a la Voluntad del Padre. Incluso aún ante el asombro de todos los Bienaventurados, de los Ángeles y Profetas; era el momento preciso, la piedra base, la roca firme de la Redención de los hombres.

Se puede decir, hijito mío, que el primer Calvario fue mi Santísimo Vientre porque en él se anonadó el Hijo del Hombre, profetizado por Daniel, porque en mi Vientre se entregó a la voluntad del Padre y aquí en mi Vientre inició toda la historia bella del amor y redención de las almas. Amén.