CENÁCULO DE CONSAGRACIÓN AL PURÍSIMO E INMACULADO VIENTRE DE MARÍA
Día 23
Día 23 - Dia de la Consagración
1 de junio del 2014
Quiero enseñarles a obedecer lo que Jesús dice.
Yo, la Santa Madre de ustedes, los llamo a la conversión y a la paz. Paz que irradiará en sus corazones y brillará para el mundo.
Hoy yo deseo formarles, educarles, como Madre que soy, y por eso, después de todas mis enseñanzas, mi único fin es enseñarles a hacer lo que Jesús dice (San Juan 2, 5) y ser obedientes y dóciles a su Palabra. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado Concebida.
Ave María Purísima, sin pecado Concebida.
Ave María Purísima, sin pecado Concebida.
Quiero enseñarles a obedecer lo que Jesús dice.
Yo, la Santa Madre de ustedes, los llamo a la conversión y a la paz. Paz que irradiará en sus corazones y brillará para el mundo.
Hoy yo deseo formarles, educarles, como Madre que soy, y por eso, después de todas mis enseñanzas, mi único fin es enseñarles a hacer lo que Jesús dice (San Juan 2, 5) y ser obedientes y dóciles a su Palabra. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado Concebida.
Ave María Purísima, sin pecado Concebida.
Ave María Purísima, sin pecado Concebida.
CONSAGRACIÓN AL VIENTRE INMACULADO Y MATERNO DE MARÍA
María, como un embrión que se va gestando en el vientre de su madre, me vengo a colocar en tu vientre bendito, en un acto de amor y de obediencia a la Voluntad del Padre, mi Señor Jesús, que me dice: «Hijo ahí tienes a tu Madre».
Con este fin te consagro cada uno de mis órganos, miembros, sentidos y potencias: el entendimiento, la memoria y la voluntad, el inconsciente y subconsciente.
Te consagro cada uno de los dones, virtudes y carismas con que el Padre Creador ha adornado mi ser: mi libertad, mi imaginación, mis instintos, mi capacidad para amar y para elegir, mi capacidad de movimiento, los tiempos y espacios en que transcurrirá mi existencia.
Te consagro todo lo que ha de ser mi niñez, mi adolescencia, mi juventud y mi madurez.
Aprenda a caminar de tu mano hacia Dios. Aprenda a reír, a encontrar el conocimiento y el sentido de una lágrima. Aprenda en Ti a triunfar y fracasar, a esperar, a escuchar y respirar, a mirar y gustar y así no caer en el desorden de los sentidos.
Crezca, crezca, pero no yo sino tu Hijo Bendito en mí, para que todo mi ser vaya creciendo igualmente en la fe, la esperanza y la caridad, en amor hacia mi Padre Celestial, hacia mis padres en la tierra: comprendiéndolos, respetándolos desde su propia historia.
Crezca en amor hacia todos mis hermanos en el mundo, en especial hacia los más pobres y desamparados.
Crezca en mi tu Pureza, tu Castidad y tu Virginidad.
Hazme crecer en la justicia, la sabiduría y la prudencia para ser un joven (su propio estado) y más tarde un hombre (su futuro estado) verdaderamente libre, verdaderamente feliz, no una víctima de los vicios, idolatrías, y esclavitudes de la muerte en vida.
Mi condición futura: soltería, matrimonio, viudez o vida consagrada, de estudiante, trabajador, profesional o ama de casa sea vivida en perfecta armonía con mi Padre del Cielo, no haciendo idolatrías de ninguno de estos estados de vida, como tampoco de los dones, gracias y carismas que Dios, a través de Ti, vaya desarrollando en mí. 3Haz crecer también en mí el amor y el deseo que tuviste en el hacer siempre la Voluntad del Padre, al igual que en la fortaleza para aceptar de Dios no solo los bienes, sino también los «males» (cf. Job 1, 21: 2, 10), y la sabiduría para entender que no son males; porque un Padre no quiere el mal para sus hijos.
Y por último Madre, coloco en tu Corazón Inmaculado, mi vejez.
Enséñame a envejecer, a vivir con ánimo seguro y confiado este bello momento de la vida, como Tú lo viviste, confiando en el Padre, no en los hombres o en las dificultades de la vejez; y si alguna vicisitud surgiera en ella, poderla afrontar con entereza de ánimo como un digno hijo de Dios, como un verdadero hijo tuyo, con espíritu de oblación y sacrificio, de Eucaristía, como tu amado Hijo, mi Jesús; y no sea yo, sino Él en mí.
Y junto a la vejez, te consagro también a mi hermana muerte corporal. Sea ella una continua experiencia de vida en Cristo, un morir para vivir. Y, en el último suspiro, sea tu Hijo Jesús, su Cuerpo Místico expirando en mí, muriendo en mí a todo lo que NO SEA DE DIOS. Y en ese bello momento, seas Tú dándome a Luz para la vida eterna, para la Nueva Jerusalén, para el abrazo final del Padre.
En fin, Madre, que mi experiencia de vida cristiana sea un hundir mis raíces en Ti, respirar en Ti, Tierra Nueva; para que, entrelazadas mis raíces a tus raíces, tus propias virtudes, pueda obtener de Ti el fruto bendito de tu Vientre: Jesús.
Amén. Amén. Amén.
Con este fin te consagro cada uno de mis órganos, miembros, sentidos y potencias: el entendimiento, la memoria y la voluntad, el inconsciente y subconsciente.
Te consagro cada uno de los dones, virtudes y carismas con que el Padre Creador ha adornado mi ser: mi libertad, mi imaginación, mis instintos, mi capacidad para amar y para elegir, mi capacidad de movimiento, los tiempos y espacios en que transcurrirá mi existencia.
Te consagro todo lo que ha de ser mi niñez, mi adolescencia, mi juventud y mi madurez.
Aprenda a caminar de tu mano hacia Dios. Aprenda a reír, a encontrar el conocimiento y el sentido de una lágrima. Aprenda en Ti a triunfar y fracasar, a esperar, a escuchar y respirar, a mirar y gustar y así no caer en el desorden de los sentidos.
Crezca, crezca, pero no yo sino tu Hijo Bendito en mí, para que todo mi ser vaya creciendo igualmente en la fe, la esperanza y la caridad, en amor hacia mi Padre Celestial, hacia mis padres en la tierra: comprendiéndolos, respetándolos desde su propia historia.
Crezca en amor hacia todos mis hermanos en el mundo, en especial hacia los más pobres y desamparados.
Crezca en mi tu Pureza, tu Castidad y tu Virginidad.
Hazme crecer en la justicia, la sabiduría y la prudencia para ser un joven (su propio estado) y más tarde un hombre (su futuro estado) verdaderamente libre, verdaderamente feliz, no una víctima de los vicios, idolatrías, y esclavitudes de la muerte en vida.
Mi condición futura: soltería, matrimonio, viudez o vida consagrada, de estudiante, trabajador, profesional o ama de casa sea vivida en perfecta armonía con mi Padre del Cielo, no haciendo idolatrías de ninguno de estos estados de vida, como tampoco de los dones, gracias y carismas que Dios, a través de Ti, vaya desarrollando en mí. 3Haz crecer también en mí el amor y el deseo que tuviste en el hacer siempre la Voluntad del Padre, al igual que en la fortaleza para aceptar de Dios no solo los bienes, sino también los «males» (cf. Job 1, 21: 2, 10), y la sabiduría para entender que no son males; porque un Padre no quiere el mal para sus hijos.
Y por último Madre, coloco en tu Corazón Inmaculado, mi vejez.
Enséñame a envejecer, a vivir con ánimo seguro y confiado este bello momento de la vida, como Tú lo viviste, confiando en el Padre, no en los hombres o en las dificultades de la vejez; y si alguna vicisitud surgiera en ella, poderla afrontar con entereza de ánimo como un digno hijo de Dios, como un verdadero hijo tuyo, con espíritu de oblación y sacrificio, de Eucaristía, como tu amado Hijo, mi Jesús; y no sea yo, sino Él en mí.
Y junto a la vejez, te consagro también a mi hermana muerte corporal. Sea ella una continua experiencia de vida en Cristo, un morir para vivir. Y, en el último suspiro, sea tu Hijo Jesús, su Cuerpo Místico expirando en mí, muriendo en mí a todo lo que NO SEA DE DIOS. Y en ese bello momento, seas Tú dándome a Luz para la vida eterna, para la Nueva Jerusalén, para el abrazo final del Padre.
En fin, Madre, que mi experiencia de vida cristiana sea un hundir mis raíces en Ti, respirar en Ti, Tierra Nueva; para que, entrelazadas mis raíces a tus raíces, tus propias virtudes, pueda obtener de Ti el fruto bendito de tu Vientre: Jesús.
Amén. Amén. Amén.
28 septiembre de 2015 - LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA
Yo les formo en mi Vientre
Queridos hijos:
Yo soy la Madre del verdadero Dios, por quien se vive, por quien todo existe, todo se mueve… porque no se mueve la hoja de un árbol sino es por la Voluntad del Señor.
Queridos hijos, están en proceso de gestación espiritual. Yo los voy formando, en mi Vientre, para la Gloria de Dios. Para la Gloria de Dios, pero sólo cuando estén formados completamente podrán ser dados a luz, en el Espíritu Santo, al pie de la cruz.
Queridos hijos, cada encuentro de oración conmigo es una nueva etapa en sus vidas espirituales. Les hemos llamado y por eso queremos hacerles conscientes de su misión. Recuerden que les dije que toda la Iglesia ha sido confiada a sus oraciones. No es poco lo que les he confiado. Tomen conciencia de su responsabilidad conmigo. Son hijos y son soldados.
Queridos hijos, el soldado obedece, porque lucha contra sí mismo, lucha contra su voluntad, renuncia a él para seguir las órdenes que se le da. Por eso aumenten su confianza y también crezcan con disposición para que la Voluntad de Dios se haga en cada uno de ustedes.
Queridos hijos, está llegando el tiempo de mi Triunfo y por eso vengo como su Madre de Guadalupe.
Porque es así, queridos hijos, que Yo daré a luz a los nuevos hijos de Dios, de los apóstoles de los Últimos Tiempos a quienes formo en la oración, en la lectura de la Santa Palabra, en el ayuno.
Queridos hijos, Yo les amo y les animo a disponerse a crecer en santidad, verdad, con sinceridad, con confianza, abriendo su corazón, despojándolo de todo, desvaciándose de todo para que se llene solamente de Dios.
Queridos hijos, desde 1917 se inició la Era de María. Desde este tiempo Yo había pensado en cada uno de ustedes para este servicio que desde Fátima he ido anunciado al mundo entero.
Queridos hijos:
Yo soy la Madre del verdadero Dios, por quien se vive, por quien todo existe, todo se mueve… porque no se mueve la hoja de un árbol sino es por la Voluntad del Señor.
Queridos hijos, están en proceso de gestación espiritual. Yo los voy formando, en mi Vientre, para la Gloria de Dios. Para la Gloria de Dios, pero sólo cuando estén formados completamente podrán ser dados a luz, en el Espíritu Santo, al pie de la cruz.
Queridos hijos, cada encuentro de oración conmigo es una nueva etapa en sus vidas espirituales. Les hemos llamado y por eso queremos hacerles conscientes de su misión. Recuerden que les dije que toda la Iglesia ha sido confiada a sus oraciones. No es poco lo que les he confiado. Tomen conciencia de su responsabilidad conmigo. Son hijos y son soldados.
Queridos hijos, el soldado obedece, porque lucha contra sí mismo, lucha contra su voluntad, renuncia a él para seguir las órdenes que se le da. Por eso aumenten su confianza y también crezcan con disposición para que la Voluntad de Dios se haga en cada uno de ustedes.
Queridos hijos, está llegando el tiempo de mi Triunfo y por eso vengo como su Madre de Guadalupe.
Porque es así, queridos hijos, que Yo daré a luz a los nuevos hijos de Dios, de los apóstoles de los Últimos Tiempos a quienes formo en la oración, en la lectura de la Santa Palabra, en el ayuno.
Queridos hijos, Yo les amo y les animo a disponerse a crecer en santidad, verdad, con sinceridad, con confianza, abriendo su corazón, despojándolo de todo, desvaciándose de todo para que se llene solamente de Dios.
Queridos hijos, desde 1917 se inició la Era de María. Desde este tiempo Yo había pensado en cada uno de ustedes para este servicio que desde Fátima he ido anunciado al mundo entero.