Una expresión alegórica y didáctica donde el protagonista (las almas) va viajando por una tierra extraña y sus acompañantes le van mostrando y explicando los paisajes representados en los grabados. De esta manera logra una exposición completa del camino espiritual que describe Santa Teresa en su obra: Castillo Interior o Moradas.
Las SIETE MORADAS enseñadas por Santa Teresa de Jesús como camino espiritual de una progresiva unión con Dios por medio de la oración y la caridad: En cada una la paloma se acerca más al sol, hasta alcanzar la unión. A las puertas de las moradas 1 y 2 hay bestias que acechan (las pasiones, y preocupaciones de la vida). En todas hay palomas que quedan fuera (las almas que no entran).
Encima de todo, más allá de las moradas (que recapitulan el camino espiritual posible en esta vida) está la gloria de Dios, la “morada celeste”, representada por el Tetragrammaton (YHVH con los puntos diacríticos e.o.a) que es el nombre revelado por Dios a Moisés en el Sinaí: “Yo Soy el que Soy”. El nombre aparece rodeado de una nube luminosa y debajo el lema “Gloria”.
Las SIETE MORADAS enseñadas por Santa Teresa de Jesús como camino espiritual de una progresiva unión con Dios por medio de la oración y la caridad: En cada una la paloma se acerca más al sol, hasta alcanzar la unión. A las puertas de las moradas 1 y 2 hay bestias que acechan (las pasiones, y preocupaciones de la vida). En todas hay palomas que quedan fuera (las almas que no entran).
Encima de todo, más allá de las moradas (que recapitulan el camino espiritual posible en esta vida) está la gloria de Dios, la “morada celeste”, representada por el Tetragrammaton (YHVH con los puntos diacríticos e.o.a) que es el nombre revelado por Dios a Moisés en el Sinaí: “Yo Soy el que Soy”. El nombre aparece rodeado de una nube luminosa y debajo el lema “Gloria”.
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PRIMERA MORADA
TANTO MONTA.
Cita: Una est = Una sola es [mi amada] (Cantar 6).
Emblema: La mano de Dios pesa el alma y el cosmos y ambas pesan lo mismo (tanto monta, es decir, tanto importa, la una como el otro).
Interpretación: Cada alma vale para Dios lo mismo que todo el universo. Cada alma es única para Dios. La “sola amada”.
Todos hemos sido llamados a ser santos, la primera Morada es la respuesta de nuestra alma al llamado del Espíritu de Dios, por puro Amor, invitándonos a caminar en una conversión hacia la santidad. Nuestra alma lo quiere, lo busca y así en esta morada entramos por nuestra voluntad.
Emblema: La mano de Dios pesa el alma y el cosmos y ambas pesan lo mismo (tanto monta, es decir, tanto importa, la una como el otro).
Interpretación: Cada alma vale para Dios lo mismo que todo el universo. Cada alma es única para Dios. La “sola amada”.
Todos hemos sido llamados a ser santos, la primera Morada es la respuesta de nuestra alma al llamado del Espíritu de Dios, por puro Amor, invitándonos a caminar en una conversión hacia la santidad. Nuestra alma lo quiere, lo busca y así en esta morada entramos por nuestra voluntad.
SEGUNDA MORADA
Versos: Por no atender a la luz / que en su pecho reverbera / entre estos vuela ratera [=vuela rastrera, vuela bajo].
Cita: Regnum Dei intra vos est = El Reino de Dios está dentro de vosotros (Lucas 17).
Emblema: La paloma coronada que lleva el sol en su pecho y hacia el sol del cielo vuela, se vuelve para mirar las alimañas del suelo. Interpretación: El alma lleva a Dios en su interior (el Reino está en vosotros) y hacia Dios tiende (a unirse cada vez más profundamente). Pero se descamina convirtiéndose a las creaturas (tal como dice S. Agustín: «¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste» Confesiones, libro 7).
Orando a tiempo y a destiempo, separándose del mundo, encontrándo al Espíritu Santo palpitando en nuestro interior y emulando al Casto y Amante Corazón de San José, de cuya mano aprendemos que no hay gozo sin dolor en este mundo, perseverar doblegando nuestra humana voluntad, son los primeros pasos hacia este vuelo divino.
Cita: Regnum Dei intra vos est = El Reino de Dios está dentro de vosotros (Lucas 17).
Emblema: La paloma coronada que lleva el sol en su pecho y hacia el sol del cielo vuela, se vuelve para mirar las alimañas del suelo. Interpretación: El alma lleva a Dios en su interior (el Reino está en vosotros) y hacia Dios tiende (a unirse cada vez más profundamente). Pero se descamina convirtiéndose a las creaturas (tal como dice S. Agustín: «¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste» Confesiones, libro 7).
Orando a tiempo y a destiempo, separándose del mundo, encontrándo al Espíritu Santo palpitando en nuestro interior y emulando al Casto y Amante Corazón de San José, de cuya mano aprendemos que no hay gozo sin dolor en este mundo, perseverar doblegando nuestra humana voluntad, son los primeros pasos hacia este vuelo divino.
TERCERA MORADA
Versos: Te lleva tu albedrío / a unión con Dios o con el bruto impío.
Cita: Amarum est reliquisse te Dominum = Es amargo olvidarte Señor (Jeremías 2, 19).
Emblema: La paloma-alma vuela hacia el Sol, mientras el oso acude a comer la miel de un panal del que salen volando serpientes y dragoncitos.
Interpretación: Cuanto más el alma se acerca a Dios tanto más se alejarán de él los demonios y sus amarguras y más encuentra la fuente de la dulzura (la gracia contenida en la contemplación).).
Cita: Amarum est reliquisse te Dominum = Es amargo olvidarte Señor (Jeremías 2, 19).
Emblema: La paloma-alma vuela hacia el Sol, mientras el oso acude a comer la miel de un panal del que salen volando serpientes y dragoncitos.
Interpretación: Cuanto más el alma se acerca a Dios tanto más se alejarán de él los demonios y sus amarguras y más encuentra la fuente de la dulzura (la gracia contenida en la contemplación).).
CUARTA MORADA
Versos: Pensamiento andariego / tu vuelas y yo vivo con sosiego.
Cita: Conceptum [sermone] tenere quis poterit? = ¿Quién podrá detener el pensamiento una vez concebido? (Job 4,2).
Emblema: Una mujer arrodillada en oración tiene la cabeza velada. De su cabeza parten líneas que la comunican con aves, dragoncillos, un barco en alta mar, un enfermo (o un difunto al que llevan en procesión). Del corazón de la mujer nace una especie de río o corriente que termina en un niño dormido. El niño tiene aureola.
Interpretación: Cuando el alma alcanza la contemplación infusa (dada directamente por Dios, y representada en la cabeza velada: es decir que la parte racional del alma no percibe dicho toque divino: la fe actúa como una especie de ceguera de la razón, en San Juan de la Cruz) y entra en ese estado de quietud, puede ocurrir que los pensamientos vayan y vengan a distintos objetos (representados por los distintas líneas que salen de la cabeza) sin por ello perder el estado de oración (el Niño Divino que está en el seno del orante, recordando el Salmo 131,2 «He calmado y aquietado mis ansias. Como un niño pequeño en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí»).
Cita: Conceptum [sermone] tenere quis poterit? = ¿Quién podrá detener el pensamiento una vez concebido? (Job 4,2).
Emblema: Una mujer arrodillada en oración tiene la cabeza velada. De su cabeza parten líneas que la comunican con aves, dragoncillos, un barco en alta mar, un enfermo (o un difunto al que llevan en procesión). Del corazón de la mujer nace una especie de río o corriente que termina en un niño dormido. El niño tiene aureola.
Interpretación: Cuando el alma alcanza la contemplación infusa (dada directamente por Dios, y representada en la cabeza velada: es decir que la parte racional del alma no percibe dicho toque divino: la fe actúa como una especie de ceguera de la razón, en San Juan de la Cruz) y entra en ese estado de quietud, puede ocurrir que los pensamientos vayan y vengan a distintos objetos (representados por los distintas líneas que salen de la cabeza) sin por ello perder el estado de oración (el Niño Divino que está en el seno del orante, recordando el Salmo 131,2 «He calmado y aquietado mis ansias. Como un niño pequeño en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí»).
QUINTA MORADA
Versos: Entrad ovejuelas tardas / en la cabaña interior; / al silvo fiel del Pastor.
Cita: usquequo [deliciis] dissolveris filia vaga = ¿Hasta cuándo andarás errante, hija vagabunda? (Jeremías 31,22).
Emblema: Jesús niño y pastor con su báculo en la mano llama a las ovejitas perdidas a entrar en su refugio.
Interpretación: No es como se podría suponer el llamado general a la conversión que Cristo nos dirige (aunque la alusión a Juan 10), ya que en este estadio la conversión personal ya ha ocurrido. Se trata más bien de la conversión de las pasiones, a las que San Juan de la Cruz compara a veces en el Cántico Espiritual con el “rebaño del alma”. Es decir, que cuando el alma se ha unido a Dios, debe ir llamando poco a poco a la quietud y unión con Cristo (a la “cabaña interior”) también a las potencias inferiores que aún permanecen “rebeldes”, alejadas o perdidas. El silbo del Pastor es el Espíritu Santo (espiración divina).
Cita: usquequo [deliciis] dissolveris filia vaga = ¿Hasta cuándo andarás errante, hija vagabunda? (Jeremías 31,22).
Emblema: Jesús niño y pastor con su báculo en la mano llama a las ovejitas perdidas a entrar en su refugio.
Interpretación: No es como se podría suponer el llamado general a la conversión que Cristo nos dirige (aunque la alusión a Juan 10), ya que en este estadio la conversión personal ya ha ocurrido. Se trata más bien de la conversión de las pasiones, a las que San Juan de la Cruz compara a veces en el Cántico Espiritual con el “rebaño del alma”. Es decir, que cuando el alma se ha unido a Dios, debe ir llamando poco a poco a la quietud y unión con Cristo (a la “cabaña interior”) también a las potencias inferiores que aún permanecen “rebeldes”, alejadas o perdidas. El silbo del Pastor es el Espíritu Santo (espiración divina).
SEXTA MORADA
No se ha puesto, se ha escondido.
Cita: Exquisivi manibus meis nocte etc. [contra eum]; et non sum deceptus = Levanté por la noche mus manos hacia Él y no quedé defraudado (Salmo 76,3).
Emblema: La doncella-alma busca al Sol-Cristo que se ha escondido tras un monte alto. Ella ha quedado a la sombra, pero el sol sigue brillando al otro lado. Hay también plantas y una ciudad meramente decorativas.
Interpretación: Es la noche pasiva del espíritu. San Juan distingue dos noches: la del sentido y la del espíritu. La primera es la purificación dolorosa de las pasiones y parte sensitiva humana (y ocurre normalmente durante la primera fase de la vida espiritual). La segunda es la más angustiosa purificación del espíritu mismo: es decir, la noche de la inteligencia, la memoria y la voluntad (y ocurre en la última parte de la vida espiritual). A su vez cada una puede ser activa (por voluntad humana) o pasiva (por voluntad divina). En la noche pasiva del espíritu le parece al alma que Dios se ha apartado por completo de ella, y que puede decir como Jesús en la Cruz «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado» (Mt. 27,46). San Juan de la Cruz poetizó este momento en muchos de sus poemas: «A dónde te escondiste, Amado / y me dejaste con gemido / como el ciervo huiste / habiéndome herido. / Salí tras tí clamando, y eras ido». Sin embargo, como dice el lema: No se ha puesto, se ha escondido. Es decir, sigue Dios presente en el alma, pero se oculta para prepararla mejor al desposorio místico de la última morada.
Emblema: La doncella-alma busca al Sol-Cristo que se ha escondido tras un monte alto. Ella ha quedado a la sombra, pero el sol sigue brillando al otro lado. Hay también plantas y una ciudad meramente decorativas.
Interpretación: Es la noche pasiva del espíritu. San Juan distingue dos noches: la del sentido y la del espíritu. La primera es la purificación dolorosa de las pasiones y parte sensitiva humana (y ocurre normalmente durante la primera fase de la vida espiritual). La segunda es la más angustiosa purificación del espíritu mismo: es decir, la noche de la inteligencia, la memoria y la voluntad (y ocurre en la última parte de la vida espiritual). A su vez cada una puede ser activa (por voluntad humana) o pasiva (por voluntad divina). En la noche pasiva del espíritu le parece al alma que Dios se ha apartado por completo de ella, y que puede decir como Jesús en la Cruz «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado» (Mt. 27,46). San Juan de la Cruz poetizó este momento en muchos de sus poemas: «A dónde te escondiste, Amado / y me dejaste con gemido / como el ciervo huiste / habiéndome herido. / Salí tras tí clamando, y eras ido». Sin embargo, como dice el lema: No se ha puesto, se ha escondido. Es decir, sigue Dios presente en el alma, pero se oculta para prepararla mejor al desposorio místico de la última morada.
SÉPTIMA MORADA
Versos: Con mi amante unida vivo, / y aunque tan dichosa soy, / no sé si en su gracia estoy.
Cita: Ut iumentum factus sum apud te; et ego semper tecum = Me convertí en el borriquito que te acompaña, y siempre estoy contigo (Salmo 72,23).
Emblema: Un ángel quita el velo de los ojos a la doncella-alma. Se esboza un abrazo entre ambos. A lo lejos en un monte se ve una “varilla de fuego envuelta en humo” (según afirma el narrador).
Interpretación: El ángel no es otro que Dios mismo el divino Esposo, bajo la forma del Amor. Es el Amor el que ha guiado al alma desde las primeras moradas hasta las últimas pero recién ahora queda al descubierto. Aquí se produce el matrimonio místico o unión definitiva entre la persona y Dios. Ya no hay fenómenos místicos extraordinarios, se vive en paz y en una unión plena y constante y de alguna manera se tiene una especie de “visión” intelectual de las verdades de la fe. La varilla de fuego y humo expresa la compenetración del fuego de Dios y la naturaleza humana (la vara), casi como una reminiscencia de la zarza ardiente de Éxodo 3,2
Cita: Ut iumentum factus sum apud te; et ego semper tecum = Me convertí en el borriquito que te acompaña, y siempre estoy contigo (Salmo 72,23).
Emblema: Un ángel quita el velo de los ojos a la doncella-alma. Se esboza un abrazo entre ambos. A lo lejos en un monte se ve una “varilla de fuego envuelta en humo” (según afirma el narrador).
Interpretación: El ángel no es otro que Dios mismo el divino Esposo, bajo la forma del Amor. Es el Amor el que ha guiado al alma desde las primeras moradas hasta las últimas pero recién ahora queda al descubierto. Aquí se produce el matrimonio místico o unión definitiva entre la persona y Dios. Ya no hay fenómenos místicos extraordinarios, se vive en paz y en una unión plena y constante y de alguna manera se tiene una especie de “visión” intelectual de las verdades de la fe. La varilla de fuego y humo expresa la compenetración del fuego de Dios y la naturaleza humana (la vara), casi como una reminiscencia de la zarza ardiente de Éxodo 3,2