Décimo Mandamiento

28 de marzo de 2018 - LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CASTO Y AMANTE CORAZÓN DE SAN JOSÉ

Hijos de mi Castísimo Corazón, pongan toda su atención en la Dolorosa Pasión de Jesús.

A Mí, también, se me permitió ver de manera mística los sufrimientos de mi Hijo Adoptivo. Sabía que por esos sufrimientos la humanidad iba a ser redimida y las almas de los Justos llevados al Paraíso, que se abría por medio de su Sangre. Mi Corazón también se dolía al verlo en tanto dolor y suplicio. 

Ustedes, queridos hijos, pueden pensar solamente en los dolores físicos de Jesús y ni siquiera pensando en los dolores del cuerpo que soportó Jesús, se pueden dar cuenta del inmenso dolor que sufrió.

También ignoran los sufrimientos espirituales de Jesús, el dolor moral que Él tuvo que soportar por ustedes.

¿Ustedes no saben lo que implica que Dios se hiciera pecado por ustedes? ¿No se dan cuenta de la infinita humillación de Dios por ustedes? 

El corazón humano está tan encerrado en sí mismo que ni siquiera puede pensar en los sufrimientos del Redentor.

¡Ni siquiera tienen el deseo de regresar su vista a la Cruz! Y ¿por qué digo regresar su vista a la Cruz? porque han apartado su mirada de Dios y ahora ven, aspiran, desean, todo lo bueno que el mundo les propone, y ya no ven, no aspiran ni desean, todo lo perfecto que el Evangelio les propone. 

Recuerden que, lo que es bueno para el mundo ante la Ley de Dios es malo, porque el mundo la virtud la ha abandonado por el pecado. Y el mundo cree que vivir haciendo lo que le plazca, satisfaciendo sus deseos, viviendo en el materialismo y pisoteando a los demás, es bueno.

Regresen su mirada a la Cruz. Dense cuenta que no sirve ganar el mundo porque vas a perder el alma. Que para el cristiano no debe existir comodidad sino debe ser su vida una continua peregrinación. Que la única riqueza es la pobreza del espíritu. Y, qué feliz es aquel que cumple los Mandamientos del Señor. 

Regresen su mirada a la Cruz. Ya no sean indiferentes a lo que Él, Jesucristo, ha sufrido por todos nosotros.  

Y para pagar tanto Amor que Él ha tenido, busca la santidad, ama la humildad y la obediencia, anhela el silencio y la oración, y que tu vida y todo lo que hagas, sea siempre una continua vida de penitencia, de sacrificio y de reparación.

Les invito, hijos de mi Amante Corazón, vuelvan su mirada a la Cruz. Y en la Cruz escucha a Jesús que te dice que, si cumples sus Mandatos estarás con Él en el Paraíso y que, para eso, debes cargar tu cruz, negarte a ti mismo y seguirle hasta el final.

Yo, el Patriarca San José, que místicamente también contemplé la Pasión de Jesús, les doy la Bendición.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.