DÍA 3:
La encarnación del Hijo
Lecturas de las Escrituras
- Jeremías 33,14-16
- Salmo 72,7.12.16-17
- Juan 1,1-14
Lectura Patrística
De la tradición armenia
Tomó sobre sí todas las pasiones humanas, excluyendo el pecado. Es decir: pasó hambre el que alimenta a todos los vivientes. Pasó sed el que da el agua de la vida a todos los creyentes. Sintió cansancio el que es descanso de todos los fatigados. Durmió el que siempre mantuvo a Israel vigilante. Lloró el que enjugó las lágrimas de todos los ojos … Él tomó nuestro cuerpo sufriente, de manera que el impasible padeciera con un cuerpo sufriente, y el inmortal muriera con cuerpo mortal para liberarnos a nosotros, que somos culpables.
– Gregorio de Skevra [siglos XII/XIII], Sobre la fe auténtica y la conducta pura en las virtudes, 15-17
Para reflexionar
- ¿De qué manera la fe en Jesús, el Hijo de Dios encarnado, inspira y configura nuestras vidas?
- ¿Cómo has experimentado la presencia consoladora de Cristo en tu vida?
- Dondequiera vemos a un sediento, un hambriento, alguien que llora o sufre, ahí Cristo está presente.
Oración
℟. Gloria a ti, oh Cristo. ¡Gloria a ti!
Palabra de Dios, te hiciste carne, y viniste a habitar entre nosotros. Has compartido nuestra vida en todas las cosas; has muerto como todos morimos. ℟
Hijo de David, esperado por los justos y los profetas, has anunciado la Buena Nueva a los pobres; has proclamado el tiempo de gracia del Señor. ℟
Viniste a romper las cadenas de la esclavitud; pasaste haciendo el bien; abriste para todos el camino hacia Dios. ℟
Viniste al mundo en la debilidad y la pobreza; has confundido a los soberbios con tu humildad; has llevado a ti a los cansados y agobiados. ℟ Tú eres el Cordero de Dios y nuestro Pastor, el Siervo de Dios y nuestro Señor: te hiciste pecado por nosotros, nuestro Redentor. ℟
Oremos:
Señor Dios, Padre nuestro, haz que fijemos nuestros ojos en ti para que caminemos juntos
de las tinieblas a la luz de tu rostro, que se nos revela en Jesús, tu Hijo y hermano nuestro, que vive contigo y con el Espíritu Santo ahora y por los siglos de los siglos. AMÉN.
Lecturas patrísticas alternativas
De la tradición siríaca
Ahora que las criaturas más altas y bajas se han hecho una sola cosa, ya no se distingue más entre lo alto y lo bajo. Dios, al aparecer en la tierra, ha hecho que nuestra naturaleza (humana) ascendiera al cielo. Cuando Dios descendió a nosotros, la tierra se convirtió en cielo, y cuando el Hijo de nuestra misma especie resucitó, el cielo se convirtió en tierra. Entonces el cielo y la tierra llegaron a ser una sola cosa.
– Abdisho bar Bahriz [siglo IX], Comentario a las celebraciones de la Iglesia, p. 58
De la tradición latina
Esta es la gracia del Señor, y estos son los medios del Señor para la restauración de los hijos de los hombres. Porque él padeció para preparar la liberación del sufrimiento a todos los que sufren en él. Descendió para levantarnos. Él experimento en sí mismo el ser concebido, para que amáramos a quienes no han sido engendrados. Él descendió a la corrupción, para que la corrupción se revistiera de inmortalidad. Él se hizo débil por nosotros, para que pudiéramos levantarnos con vigor. Descendió a la muerte para concedernos la inmortalidad y para dar vida a los muertos. Finalmente, se hizo humano, para que nosotros, los que morimos como seres humanos, pudiéramos vivir de nuevo, y la muerte ya no reinara sobre nosotros.
– Atanasio de Alejandría [c. 295-373], Cartas festivas, 10:8, 19
Lecturas de las Escrituras del Día 3
- Jeremías 33,14-16
- Salmo 72,7.12.16-17
- Juan 1,1-14
Jeremías 33,14-16
14. Mirad que días vienen – oráculo de Yahveh – en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá.
15. En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra.
16. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: «Yahveh, justicia nuestra.»
Salmo 72,7.12.16-17
7. En sus días florecerá la justicia, y dilatada paz hasta que no haya luna;
12. Porque él librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara;
16. Habrá en la tierra abundancia de trigo, en la cima de los montes ondeará como el Líbano al despertar sus frutos y sus flores, como la hierba de la tierra.
17. ¡Sea su nombre bendito para siempre, que dure tanto como el sol! ¡En él se bendigan todas las familias de la tierra, dichoso le llamen todas las naciones!
Juan 1,1-14
1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.