APOSTOLADO DE LOS SAGRADOS CORAZONES UNIDOS DE JESÚS Y DE MARÍA

DÍA 4:

El misterio pascual: la encarnación, pasión,
muerte y resurrección de Jesús

Lecturas de las Escrituras

  • Éxodo 3,7-8
  • Salmo 6,5.7.1011
  • Filipenses 2,5-11

    Lectura Patrística

De la tradición latina

Dios Padre, por su inmensa misericordia, envió a su Verbo creador, el cual, al venir para salvarnos, estuvo en los mismos lugares, en la misma situación y en los mismos ambientes donde nosotros habíamos perdido la vida. Y rompió las cadenas que nos tenían prisioneros. Apareció su luz e hizo desaparecer las tinieblas de la prisión y santificó nuestro nacimiento y abolió la muerte, desligando aquellos mismos lazos que nos habían encadenado.
Ireneo de Lyon [c. 135-198], Demostración de la predicación apostólica, 38

Para reflexionar

1. Sabemos que todos moriremos. ¿Cómo cambia la creencia en Jesús, que destruye la muerte, el modo en que abordamos la realidad de la muerte?

2. “Dios se deja empujar fuera del mundo en la cruz. Él es débil e impotente en el mundo, y esa es precisamente la manera, la única manera, en la que está con nosotros y nos ayuda”. (Dietrich Bonhoeffer)

3. Como Resucitado, Jesús está con nosotros hasta el fin de los tiempos. ¿De qué manera te anima su compañía en tu vida diaria?

Oración

Gloria y alabanza a ti, oh Señor
Bendito seas, oh Cristo, Primogénito de toda la creación: coronado de gloria y honor.

En tu nombre se doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclamará que tú eres el Señor.

Alegrémonos y cantemos alabanzas a ti, oh Cristo, amado Hijo del Padre: tú eres el Resucitado, nos llamas a vivir en ti.

Te adoramos, te glorificamos, porque tú eres Rey de reyes y Señor de señores: has abierto para nosotros el reino de los cielos.

Te damos gracias en todo momento y bendecimos tu Nombre: tú estás con nosotros siempre, hasta el fin del mundo.

Oremos:

Señor, Dios nuestro, al glorificar a tu Hijo Jesús, nos has librado de la muerte. Por su resurrección,
despierta nuestros corazones adormilados, ilumina a todos lo que te buscan
y haz que la estrella de la mañana brille sobre nosotros, que es Jesucristo, el Viviente,
Señor por los siglos de los siglos. AMÉN.

Lecturas patrísticas alternativas

De la tradición griega

El Salvador bajó a una tierra inmisericorde para el ser humano. Él sufrió plenamente nuestras pasiones, antes sufrió la cruz y se dignó tomar nuestra carne. Porque si no hubiera sufrido, no hubiera podido habitar en medio de esta vida. Primero sufrió, luego descendió y se dejó ver. ¿Cuál es esa pasión que sufrió por nosotros? La pasión de la caridad.
– Orígenes de Alejandría [c. 185-254], Homilías sobre Ezequiel, 6:6

De la tradición siríaca

El cuerpo te agradece haber sido salvado por tu humillación.
Como a oveja descarriada, el león le tendió una emboscada para desmembrarla, y el pecado, a escondidas, fue la bestia que la despedazó.
David se preservó mientras salvó la oveja.
En lugar de nuestro cuerpo,
entregaste tu cuerpo a esa muerte que nos devoró, aunque sin ser saciada.
Efrén de Nisibis [c. 306-373], Himno sobre la virginidad, 37:5

Lecturas de las Escrituras del Día 4

  • Éxodo 3,7-8
  • Salmo 16,5.7.10-11
  • Filipenses 2,5-11

Éxodo 3,7-8

7.Dijo Yahveh: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos.

8.He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos.

Salmo 16,5.7.10-11

5.Yahveh, la parte de mi herencia y de mi copa, tú mi suerte aseguras;

7.Bendigo a Yahveh que me aconseja; aun de noche mi conciencia me instruye;

10.pues no has de abandonar mi alma al seol, ni dejarás a tu amigo ver la fosa.

11.Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre.

Filipenses 2,5-11

5.Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:

6.El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.

7.Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;

8.y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.

9.Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.

10.Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,

11.y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.