Hora 20

21 de junio de 2018

Oración preparatoria para la Meditación de la Hora de Reparación

Jesús, amor mío, soy tu pobre nada. Mi Jesús, soy nada y además pobre, por eso necesito de tu Santo Espíritu que, unido al Doloroso e Inmaculado Corazón de la Mamá Celestial, llenen mi pequeño corazón de Amor Santo y Fuego Divino para enfervorizar mi ser tan frío e indiferente al Amor de Dios.

Jesús, mi Esposo Celestial, al comenzar mi meditación reparadora, prepara mi espíritu para recibir la Luz Divina que me conceda conocer y grabar en mi corazón los Misterios de tu Amor Infinito, Amor que entregaste a una Cruz para que yo te amara, Amor que expiró su último aliento para que yo tuviera vida.

Jesús, Mamá Celestial, tomo los méritos de cada Hora de Meditación Reparadora y los hago vida, que multiplicándose en mí den luz a todos los corazones, y haciendose vida en mi pobre vida me preparen a mí y a todos para el Triunfo del Doloroso e Inmaculado Corazón de María y del Reinado del Espíritu Santo. Amén.

21 de junio de 2018

Al terminar la Meditación Reparadora, se realiza La Dulce Cadena del Amor Divino

21 de junio de 2018 Oración preparatoria para la Meditación de la Hora de Reparación

5 de febrero de 2021- LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN EUCARÍSTICO DE JESÚS

Vigésima Hora de Meditación Reparadora
¨Jesús es negado por Pedro¨
Querido hijo de mi Sagrado Corazón, terminado el juicio en el Sanedrín me llevaron a los calabozos de la guardia del Templo. Cuando salí del Sanedrín, cruzando el patio central de las casas de Anás y Caifás, observé a Pedro que estaba sentado con otras personas alrededor del fuego en el patio, le preguntaron si era nazareno y discípulo mío, él lo negó, y se retiró del rededor de la fogata hacía un lado de la puerta del Sanedrín. Igualmente, se le acercó una sirvienta de la casa del sumo sacerdote Caifás y le interrogó, y nuevamente Pedro lo negó, se apartó de la puerta y prosiguió hacía la salida de aquel sitio.

En el mismo caminar que avanzaba Pedro, avanzaba Yo, encadenado y a empujones caí ya cerca, también, de la salida, y teniendo frente a Mí a Pedro, por tercera vez le dijeron que era mi discípulo, y por última vez, Pedro lo negó. Dirigí mi mirada hacia él, Pedro me vio y se retiró debajo del arco que cruzaba la puerta para salir de aquel patio, en ese mismo instante canto el gallo (San Mateo 26, 74), y su corazón fue estremecido grandemente. Al escuchar aquel profetizado canto de gallo, en ese momento, mi Sagrado Rostro volvió a la conciencia de Pedro y él vivió la iluminación de su alma, y lloró amargamente no solo su negación, sino todos sus pecados.

Al terminar este suceso, fui llevado arrastras, encadenado y empujado al calabozo que sería mi prisión esa noche, fui arrojado a aquel calabozo, encadenado de manos y pies, eran las 3 de la madrugada y estuve en esta prisión hasta el amanecer.
Elevación del alma
Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, Prisionero Divino, te amo, te adoro, te reparo, te consuelo y te suplico, en Divina Voluntad, dame un corazón humillado, que derrame lágrimas de arrepentimiento por mí y por todos.

Tomo en mí el dolor y el llanto de Pedro, a la misma vez tomo su fe y su arrepentimiento, sabiéndome como él necesitado de tu Amor Misericordioso.

Hago mío el perdón que San Pedro le pidió a la Santa Mamá Dolorosa después de haberte negado, cuando la vio en aquel lugar acompañándote.

Me arrepiento y lloro en el mismo dolor de San Pedro. Amén. Fiat.