Beato Bernardo de Hoyos

Beato Bernardo de Hoyos
VIDA Y OBRA DE BERNARDO DE HOYOS

Nacimiento y primeros años de Bernardo Francisco de Hoyos

Bernardo de Hoyos nació en Torrelobatón (España) en 1711. Su padre Don Manuel de Hoyos era Secretario del Ayuntamiento de Torrelobatón, pero su familia era originaria de un lugar llamado Hoyos. Su madre Doña Francisca de Seña, nació en Medina del Campo.

El niño fue bautizado a los 16 dı́as con el nombre de Bernardo por deseo de sus padres (nació un 20 de Agosto, memoria litúrgica de San Bernardo de Claraval), y también con el nombre de Francisco, a propuesta del Párroco de la iglesia de Santa Marı́a de Torrelobatón donde fue bautizado, poniendo al niño bajo la protección de San Francisco Javier, pues en la iglesia habı́a una talla en madera de este Santo, al que se tenı́a mucha devoción.

A los 9 años Bernardo recibió el sacramento de la Confirmación en Torrelobatón, a los 10 años fue a estudiar en el colegio de los jesuitas de Medina del Campo, y a los 11 años al colegio de los jesuitas de Villagarcı́a de Campos. A los 14 años, con el permiso de su familia, fue admitido en el Noviciado de los jesuitas en Villagarcı́a de Campos. Terminó el Noviciado con casi 17 años, y emitió los votos simples perpetuos. Desde los 17 hasta los 20 años, Bernardo estudió Filosofı́a en el colegio de los Santos Pedro y Pablo en Medina del Campo. A los 20 años Bernardo comenzó los estudios de Teologı́a en el colegio de San Ambrosio de Valladolid.

Cuando Bernardo tenı́a 13 años, murió su padre Don Manuel de Hoyos. Este es un fragmento del testamento de Don Manuel: “A mis hijos recomiendo que sean temerosos de Dios y de la propia conciencia, obrando y procediendo bien según sus obligaciones, porque ası́ merecerán el mayor alivio y, sobre todo, el agrado de la misericordia de su Majestad que les guiará y les iluminará para su santo servicio y para permanecer en él hasta la muerte, guardando obediencia, respeto y veneración a su madre, abuelo, tı́o, y todas las otras personas, a fin de que consigan en esta vida el afecto de todos y en la otra el eterno descanso”.

Sobre su madre Doña Francisca, podemos leer estas palabras: “Crio a Bernardo su madre Da. Francisca con especial esmero y cuidado, diciendo algunas veces que tendrı́a gravı́simo escrúpulo del menor descuido, porque si perdı́a aquel hijo, la daba a conocer el cielo, que le quitaba un Santo grande” (Libro Vida, libro1 capı́tulo1).

En el siguiente fragmento, se indica como era el joven Bernardo de Hoyos en el colegio: “Era muy puntual a las confesiones y comuniones, que los estudiantes de nuestras aulas de Gramática practican todos los meses, y recibı́a con suma docilidad los buenos consejos de sus maestros, cuando exhortaban a sus discı́pulos a la devoción a Marı́a Santı́sima Sa. Na., a la frecuencia de los Sacramentos, a evitar toda culpa aunque fuese venial, y a los demás ejercicios virtuosos que inspiran los maestros a sus discı́pulos al tiempo mismo que les enseñan las letras” (Libro Vida, libro1 capı́tulo1).

Cuando pronunció la fórmula de los votos simples perpetuos, con casi 17 años, escribe el mismo Bernardo lo que sintió en ese momento: “Al empezar a leer la fórmula de los votos vi en la Sagrada Eucaristı́a al mismo Jesucristo, que me oı́a, como Juez en su trono, muy afable. Quedé al principio como fuera de mı́, al ver tan gran Majestad, más no fue tanto, que se conociese en lo exterior. Vile venir, y entrar en mi dichosa boca: causó mayor reverencia amorosa, y amor reverente, al verle entrar y estar en mi lengua. Después que pasó la Sagrada Forma, me dijo el Señor estas palabras intelectuales: ‘Desde hoy me uno más estrechamente contigo por el amor que te tengo’ ” (Libro Vida, libro1 capı́tulo5).

Contexto histórico durante la vida de Bernardo de Hoyos

Durante toda la vida de Bernardo de Hoyos reinaba en España y en la América española el rey Felipe V, de la familia Borbón, que era nieto del Rey de Francia Luis XIV.

En Francia, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se habı́a extendido mucho con los escritos de Santa Margarita Marı́a de Alacoque, y su confesor, San Claudio de la Colombière. Estando Santa Margarita Marı́a de Alacoque delante del Santı́simo Sacramento expuesto, se muestra radiante Nuestro Señor Jesucristo, le descubre su Divino Corazón, y le dice:

He aquı́ este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y que no recibe en reconocimiento de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que ası́ me tratan. Por eso te pido que se dedique el primer viernes de mes, después de la octava del Santı́simo Sacramento, una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese dı́a, y reparando su honor con un acto público de desagravio, a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que he estado expuesto en los altares. Te prometo además que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre los que den este honor y los que procuren le sea tributado “.

Ordenación sacerdotal de Bernardo y fallecimiento a los 24 años de edad

A los 23 años le correspondı́a a Bernardo comenzar el cuarto curso de Teologı́a, y aunque no tenı́a edad para ordenarse, sus superiores pidieron dispensa para que pudiese hacerlo durante ese curso, y ası́ con esta dispensa pudo ordenarse de Diácono. Poco después se ordenó de Presbı́tero, y unos dı́as después celebró la Primera Misa en el colegio de San Ignacio de Valladolid.

A los 24 años, pocos meses después de haber sido ordenado sacerdote, enfermó de tifus y falleció, habiendo recibido el Viático y la Santa Unción.

De esta etapa de su vida, recogemos un hecho importante. En 1733, cuando Bernardo tenı́a 21 años y era estudiante de Teologı́a en el colegio de San Ambrosio de Valladolid, recibió una carta de su amigo Agustı́n Cadaveraz que era sacerdote y profesor de Gramática en Bilbao. A Agustı́n le habı́an pedido un sermón para la octava de Corpus, y recordaba Agustı́n que en Valladolid habı́a leı́do un libro escrito en latı́n cuyo tı́tulo era ‘De cultu Sacratissimi Cordis Iesu’, del P. José de Gallifet, sobre la devoción al Corazón de Jesús. Para preparar el sermón, Agustı́n le pedı́a a Bernardo que copiase determinados fragmentos de ese libro y que se los enviase. Bernardo tomó el libro de la biblioteca y lo llevó a su habitación para copiar los párrafos pedidos. Esto es lo que relata Bernardo:

“Yo que no habı́a oı́do jamás tal cosa, empecé a leer el origen del culto del Corazón de nuestro amor Jesús, y sentı́ en mi espı́ritu un extraordinario movimiento fuerte, suave y nada arrebatado ni impetuoso, con el cual me fui luego al punto delante del Señor sacramentado a ofrecerme a su Corazón para cooperar cuanto pudiese a lo menos con oraciones a la extensión de su culto”.

“No pude echar de mı́ este pensamiento hasta que, adorando la mañana siguiente al Señor en la Hostia consagrada, me dijo clara y distintamente que querı́a por mi medio extender el culto de su Corazón Sacrosanto, para comunicar a muchos sus dones por su Corazón adorado y reverenciado, y entendı́ que habı́a sido disposición suya especial que mi Hermano el P. N. (P. Agustı́n de Cardaveraz) me hubiese hecho el encargo para arrojar con esa ocasión en mi corazón estas inteligencias. Yo, envuelto en confusión renové la oferta del dı́a antes, aunque quedé algo turbado, viendo la improporción del instrumento y no ver medio para ello”.

“Todo el dı́a anduve en notables afectos al Corazón de Jesús, y ayer estando en oración, me hizo el Señor un favor muy semejante al que hizo a la primera fundadora de este culto, que fue una Hija de Nuestro Santo Director (San Francisco de Sales) la V. M. Margarita Alacoque, y lo trae el mismo autor en su vida al núm. 32. Mostróme su Corazón todo abrasado en amor, y condolido de lo poco que se le estima. Repitióme la elección que habı́a hecho de este su indigno siervo para adelantar su culto, y sosegó aquel generillo de turbación que dije, dándome a entender que yo dejase obrar a su providencia, que ella me guiarı́a, que todo lo tratase con V. R. (el P. Juan de Loyola) que serı́a de singular agrado suyo, que esta Provincia de su Compañı́a tuviese el oficio y celebrase la fiesta de su Corazón, como se celebra en tan innumerables partes”.

“El Domingo pasado (dice) inmediato a la fiesta de nuestro San Miguel, después de comulgar, sentı́ a mi lado a este Santo Arcángel que me dijo cómo en el extender el culto del Corazón de Jesús por toda España, y más universalmente por toda la Iglesia, aunque llegará dı́a en que suceda, ha de tener gravı́simas dificultades, pero que se vencerán, que él, como prı́ncipe de la Iglesia, asistirá a esta empresa; que en lo que el Señor quiere se extienda por nuestro medio, también ocurrirán dificultades, pero que experimentaremos su asistencia”.

“Después de esto quedé un poco recogido, cuando por una admirable visión imaginaria, se me mostró aquel Divino Corazón de Jesús todo arrojando llamas de amor, de suerte que parecı́a un incendio de fuego abrasador de otra especie que este material”.

“Agradecióme el aliento con que le ofrecı́ hasta la última gota de mi sangre en gloria de su Corazón, y para que yo experimentase cuán de su agrado es esta oferta, por lo mucho que se complacı́a en los deseos solos, que yo tenı́a de extender por el mundo, cerró y cubrió mi corazón miserable dentro del suyo, donde por visión intelectual admirable vi los tesoros y riquezas del Padre depositadas en aquel sagrario, el deseo y como ı́mpetu que padecı́a su corazón por comunicarlas a los hombres, el agrado en que aprecien aquel Corazón, conducto soberano de las aguas de la Vida, con otras inteligencias maravillosas en que por modo más especial entendı́ lo que San Miguel me habı́a dicho. Pues las dulzuras, los gozos, suavidades y celestiales delicias que allı́ inundaron mi pobre corazón sumergido en aquel océano de fuego de amor, sólo el mismo Jesús lo sabe, que yo no”.

“Desde este punto he andado absorto, y anegado en este Divino Corazón; al comer, al dormir, al hablar, al estudiar y en todas partes no parece palpa mi alma otra cosa que el Corazón de su amado, y cuando estoy delante del Señor Sacramentado, aquı́ es donde se desatan los raudales de sus deliciosı́simos favores, y como este culto mira al Corazón Sacramentado, como a su objeto, aquı́ logra de lleno sus ansias amorosas”.

“Dióseme a entender que no se me daban a gustar las riquezas de este Corazón para mı́ sólo, sino para que por mı́ las gustasen otros. Pedı́ a toda la Santı́sima Trinidad la consecución de nuestros deseos, y pidiendo esta fiesta en especialidad para España, en que ni aun memoria parece hay de ella, me dijo Jesús: ‘Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes’ “.

“Yo no salgo del Corazón Sagrado; allı́ me encontrará V. R. (Bernardo escribe al P. Juan de Loyola); quiere este Divino Dueño que yo sea discı́pulo del Corazón Sagrado de Jesús, y discı́pulo amado: ası́ me lo ha dicho, como a su sierva la V. Margarita, fuente de esta devoción”.

Viendo su corazón tan inflamado en las llamas del Sagrado Corazón de Jesús, quiso encender el mismo fuego de amor divino en otros muchos corazones. Arrojóle en el de sus Directores, conocidos y espirituales amigos jesuitas con feliz suceso. No hubo uno sólo de muchos a quienes inspiró esta devoción y comunicó sus ardores, que no abrazase el culto del Sacrosanto Corazón de Jesús. Yo admiré (escribe el P. Juan de Loyola) como prodigio este sagrado ardor con que hombres doctos, prudentes, autorizados y de superiores talentos se dejaron mover de un niño a una devoción nueva y desconocida. Entre estos jesuitas hubo Provinciales, Rectores, Maestros, Predicadores, Misioneros, en fin los primeros hombres de nuestra Provincia de Castilla. Pero como el Sagrado Corazón respiraba sus llamas y ardores por la boca y pluma de nuestro joven, no podı́a resistir la prudencia y sabidurı́a humana. (libro 3 capı́tulo 1)

Luego que vio Bernardo también lograda y recibida su santa y nueva devoción, emprendió por medio de sus confidentes jesuitas inflamar toda España y el Nuevo Mundo en el mismo sagrado incendio de su devoción. Por sı́ mismo podı́a hacer muy poco, hallándose Hermano estudiante: no obstante inspiraba este amable culto a cuantas personas trataba. (libro 3 capı́tulo 1)

El mismo Corazón de Jesús se le mostraba y al mismo tiempo alentaba su espı́ritu, y le mandaba alentase en su nombre a los que empezaban a propagar su culto. “Dı́ a tu P. N. (el P. Juan de Loyola) que prosiga (le dijo el Señor un dı́a). Yo cumpliré mi promesa (ésta es la que hizo a la V. Margarita), de derramar los influjos de mi Corazón sobre los que le honrasen y procurasen que otros le honren, y me serán agradables sus trabajos” (Libro “Vida del V. y angelical joven P. Bernardo Francisco de Hoyos de la Compañı́a de Jesús”, del P. Juan de Loyola, libro 3 capı́tulo 1).

La obra de Bernardo de Hoyos

El P. Bernardo de Hoyos falleció en 1735, a los 24 años de edad, solo algunos meses después de su ordenación sacerdotal. En sus pocos años de vida escribió varios centenares de cartas principalmente a su director espiritual el P. Juan de Loyola, ası́ como escritos espirituales, apuntes y sermones.

En una carta del dı́a 28 de Octubre de 1733, Bernardo de Hoyos decı́a: En la acción de gracias después de haber comulgado “pedı́ la extensión del Reino del mismo Corazón sagrado en España, y entendı́ que se me otorgaba. Y con el gozo dulcı́simo que me causó esta noticia quedó el alma como sepultada en el Corazón divino, en aquel paso que llaman sepultura. Muchas y repetidas veces he sentido estos asaltos de amor en estos dı́as, dilatándose tanto en deseos mi pobre corazón que piensa extender en el Nuevo Mundo el amor de su amado Corazón de Jesús, y todo el universo se le hace poco”.

La principal fuente para conocer estos escritos de Bernardo es el libro “Vida del V. y angelical joven P. Bernardo Francisco de Hoyos de la Compañı́a de Jesús” escrito por Juan de Loyola. El P. Juan de Loyola escribió este libro en los cuatro años siguientes a la muerte de Bernardo de Hoyos. Para escribirlo tenı́a delante los apuntes y escritos de Bernardo, según dice el propio P. Loyola:

“Todos estos papeles han estado a mi vista al tiempo de escribir esta Historia; y todos están hoy en este colegio de Nuestro S. P. Ignacio de Valladolid, noticia que puede satisfacer a cualquiera que dudase de algún hecho particular de lo que escribo”.

TESORO ESCONDIDO EN EL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS, DESCUBIERTO A NUESTRA ESPAÑA EN LA BREVE NOTICIA DE SU DULCÍSIMO CULTO PROPAGADO YA EN VARIAS PROVINCIAS DEL ORBE CRISTIANO