DEVOCIÓN REPARADORA DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS A DIOS PADRE TIERNO Y MISERICORDIOSO

DEVOCIÓN REPARADORA DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS A DIOS PADRE TIERNO Y MISERICORDIOSO

Los Diez Mandamientos o Decálogo son las «Diez Palabras» que recogen la Ley dada por Dios al pueblo de Israel durante la Alianza hecha por medio de Moisés (Ex 34, 28). 

El Decálogo, al presentar los mandamientos del amor a Dios (los tres primeros) y al prójimo (los otros siete), traza, para el pueblo elegido y para cada uno en particular, el camino de una vida liberada de la esclavitud del pecado. 

Es solo en una vida de gracia que podemos ser realmente auténticos apóstoles del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús e hijos del Corazón Doloroso e Inmaculado de María. 

La intención de reparación a Dios Padre Tierno y Misericordioso es por el quebrantamiento de sus Mandamientos por la soberbia y el desamor de la humanidad. 

Dedica diez días, uno por cada Mandamiento de la Ley de Dios, para la reparación del Amor de Dios ofendido con la humanidad que violenta y que desobedece su Divina Voluntad. 

Durante los diez días, vive diariamente la Santa Misa, ofreciendo cada una de las Diez Misas, en reparación por cada uno de los Diez Mandamientos quebrantados, Comunión diaria y ayuno a pan y agua, y si no fuera posible, ofrecer alguna mortificación. 

Procurar, dentro de los diez días de la Devoción Reparadora de los Diez Mandamientos, hacer una buena confesión.

Durante los 10 días ofrecer la Corona a Dios Padre Tierno y Misericordioso.

Del 22 al 31 de Agosto

Queridos apóstoles de los Sagrados Corazónes Unidos, en un acto de amor y reverente obediencia, nos unimos para orar en reparación a nuestro amado Padre Celestial en estos últimos 10 días de agosto, mes dedicado en su honor

Tal como lo pidió en su Llamado de Amor y Conversión:

9 OCTUBRE 2014 - LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DE DIOS PADRE TIERNO Y MISERICORDIOSO

¿Por qué obedecer mi Ley? Queridos hijos míos: 

Yo les amo y cuido de vosotros. Les he querido reunir como polluelos bajo mis alas, pues les amo. Pero no me han obedecido. 

Yo Soy el que Soy, El que he Sido, el que Seré. 

Oh, pueblo mío, mi nuevo Israel, les amo y como quiero vuestro bien les he entregado mi Santa Ley. 

Ley que iluminará sus caminos, pues lámpara para vuestros senderos es mi Palabra.

Ley que les indicará las buenas obras.

Ley que es hecha en el Amor, desde el Amor. 

Ley que inundará sus seres desde el interior porque la Ley se resume en esto: en el amor. 

Amor a Mí, su Dios.

Amor hacia su prójimo.

Amor porque Yo soy Amor, y el Amor Soy Yo.

Amor que les he demostrado. 

Pero alejan su corazón de Mí, como sus padres en el desierto. 

Al principio Yo creé el mundo con orden, un orden perfecto, armonía, estabilidad, cada cosa tenía su lugar y cada creatura su espacio, espacio que no se basaba en el egoísmo y la soledad sino en la unión y amor. 

Yo le di mi Ley a mi pueblo para que viviera en el camino perfecto del amor. No sólo evitáis mi camino sino que alteran, distorsionan e incluso destruyen el orden con que todo fue creado. Os hacéis daño a vosotros mismos, os herís, os dais muerte. 

Cuánto has sufrido pueblo mío, cuánto ha sufrido la humanidad. Pero es porque no obedecéis mis preceptos. Cuando desobedecen, el daño que se hacen es enorme, terrible, porque eliminan mi presencia de vuestra vida. 

Por eso todo sale mal, por eso todo destruyen e hieren, porque actúan sin mi bendición.

Sólo les pido, vivan en mi Ley, la Ley del Amor. 

No os dais cuenta de cuantos males están preparando vosotros mismos; destruyen su alma y matan su conciencia. El alma y la conciencia se las he dado como dos potencias de mi Espíritu Providente para ustedes, para que comprendan y obedezcan que Yo Soy Amor y lo único que pido es vuestro amor. 

Reparen, confiesen sus pecados y hagan diez días de oración y ayuno, Santa Misa y Comunión por cada uno de mis Diez Mandamientos quebrantados por la soberbia y el noamor. 

Este pueblo debe obedecerme. Y Yo seré vuestro Dios, si me obedecéis. 

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

Ave María Purísima, sin pecado original concebida.