Glorificación de la Divina Voluntad

LA ASUNCIÓN DE MARÍA ES LA GLORIFICACIÓN DE LA DIVINA VOLUNTAD

¿Qué significa Glorificación?

nombre femenino

1. Acción de glorificar o consideración de ser digno de gloria divina.

“la glorificación de Cristo”

2. Alabanza exagerada a una persona o cosa.

3. La glorificación es el término teológico que se usa para describir la extracción final del pecado de la vida del cristiano al final de los tiempos. Los diccionarios generalmente definen glorificación como un estado de gran honor. Aun así, en los estudios bíblicos, glorificación existe como una de tres partes en el proceso de la vida Cristiana que incluye: la justificación (ser hecho justo ante Dios), la santificación (el proceso continuo de ser santificado), y la glorificación (la extracción final del pecado). 

GLORIFICACIÓN DEL ALMA DE NUESTRA SEÑORA. Hoy es el “día natal” de Nuestra Señora, en el cual celebramos al mismo tiempo el triunfo de su alma y el de su cuerpo. Detengámonos un instante ante esta glorificación del espíritu.

Escuchemos atentamente el LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CASTO Y AMANTE CORAZÓN DE SAN JOSÉ del 15 de agosto de 2018. No hay una más clara explicación de lo que es y de lo que necesitamos entender para que podamos hacer vida lo que nuestra Reina y Madre realizó a la perfección y que la comunión de los santos logró siguiendo su ejemplo:

Queridos hijos de mi Castísimo Corazón es necesario que comprendan que la Divina Voluntad es el Acto Creador de Dios, es el Poder de Crear y, esa misma Divina Voluntad, el Padre quiere darla a sus hijos.

La ha manifestado para que los hombres pudieran vivirla en el Antiguo Testamento dando los Santos Mandamientos, en el Nuevo Testamento dando, por medio de su Hijo, el Evangelio.

En la Sagrada Palabra de Dios está escrito el Querer Divino, es decir, lo que Dios quiere que ustedes hagan.

Y, también, el Padre ha permitido que en éstos Últimos Tiempos, nuestros Tres Sagrados Corazones trasmitieran al mundo, a través de los Llamados de Amor, su Querer Divino, reafirmando la Palabra de Dios y conduciendo a las almas a la Iglesia.

Hijos míos, en el misterio de la Asunción de Nuestra Señora, contemplen lo que realiza la Divina Voluntad: glorifica a la creatura cuando la creatura vive en el Querer Santo de Dios.

Por eso, Nuestra Señora fue elevada en Cuerpo y Alma al Trono de Dios, porque nadie, después de Jesucristo, vivió la Voluntad Divina tan perfectamente, pero en el Amor, como Nuestra Señora.

María, nos enseña a nosotros que Dios no nos quiere esclavos haciendo su Voluntad, nos quiere libres, pero esa libertad sólo está cumpliendo el Santo Querer del Padre.

Por eso, la Santísima Trinidad elevó a la Mamá Santa a tan grande estado de Gloria, porque vivió con Amor la Divina Voluntad.

Quiero que todos los Apóstoles de los Sagrados Corazones de éstos Últimos Tiempos, cada quince de agosto, celebren la Glorificación de la Divina Voluntad, porque la Asunción de Nuestra Señora es el más vivo testimonio de esa Glorificación.

Vivir la Voluntad de Dios es fácil, queridos hijos, solamente digan “no” a sus inclinaciones y pecados y digan “si” a los Llamados de Amor que quieren conducirlos a una práctica perfecta de la Palabra de Dios.

Glorifiquen la Divina Voluntad manifestada en la Asunción de Nuestra Señora, contemplen como la creatura es tan grandemente exaltada cuando vive en la Voluntad de Dios.

Yo, Vuestro Padre San José, junto a la Mamá Santa, Reina y Señora de la Divina Voluntad, los bendecimos.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

La entrada del alma de María en la visión beatífica es un hecho de un esplendor y de una riqueza que arroja una luz incomparable sobre nuestras más altas esperanzas. Cierto que no nos podemos figurar la belleza de esta suprema “revelación”, donde la mirada tan pura ya y tan penetrante de la más perfecta de las criaturas se ha dilatado repentinamente ante un abismo de Belleza infinita. Intentemos al menos, con la ayuda de la gracia divina, levantar nuestros pensamientos hacia la cumbre, misteriosa todavía para nuestra vista, en la cual se realiza este prodigio. 

Y, efectivamente la Reina Madre alcanzó la cumbre, ya que es el término de un constante y largo subir. Llena de gracia en el instante mismo de su Concepción, la Inmaculada no cesó nunca de crecer en este mundo ante el Altísimo.

Desde la Anunciación, la Navidad, el Calvario y en Pentecostés la Madre de Dios mantuvo un  continuo crecimiento en el que el amor virginal y maternal se han enriquecido y elevado en cada una de esas etapas, alcanzando una cima a la que ninguna otra pura criatura podrá llegar nunca. Después de la santa Humanidad de Cristo, sentado a la diestra del Padre en el Santuario de la Divinidad, no hay nada en el mundo tan perfecto como esta alma maternal, radiante de pureza, de belleza, de ternura y de alegría.

Esta entrada triunfal en la eterna Bienaventuranza ¿hará posible en el alma de María un nuevo crecimiento? En cuanto a ella misma, no: todo se ha cumplido de manera perfecta; no es posible crecer en la Eternidad. Su alma es el alma de una Madre de Dios perfecta. 

Pero María no sólo tuvo por Hijo a Jesús. Madre de Dios Salvador, lo es también de todos los que vayan a beber en las fuentes de la salvación. Su maternidad de gracia irá amplificándose hasta el fin del mundo y de esta manera se une al Sumo Sacerdote que no cesa un instante de implorar en nuestro favor la Misericordia del Padre. Su oración consigue para la Iglesia, de la que es figura y dechado, una Asunción permanente hasta que se logre de un modo definitivo la “plenitud” del Cuerpo Místico. El Reinado Eucarístico del Espíritu Santo.

Mientras llega ese triunfo, el alma bienaventurada de María, “emplea su cielo en hacer bien en la tierra”, por eso demos libre curso al entusiasmo de nuestra alegría en la Asunción y a nuestra confianza filial añadamos la gratitud. Celebremos dignamente a nuestra Corredentora, Abogada, Mediadora y Madre, que ocupa el puesto de Reina junto al trono del Cordero; donde representa a la raza humana, donde es uno de los Dos Testigos al pie del Trono del Padre Tierno y Misericordioso. 

HOY 15 DE AGOSTO CELEBRAMOS LA GLORIFICACIÓN DE LA DIVINA VOLUNTAD

15 agosto 2018 - LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CASTO Y AMANTE CORAZÓN DE SAN JOSÉ

Queridos hijos de mi Castísimo Corazón es necesario que comprendan que la Divina Voluntad es el Acto Creador de Dios, es el Poder de Crear y, esa misma Divina Voluntad, el Padre quiere darla a sus hijos.

La ha manifestado para que los hombres pudieran vivirla en el Antiguo Testamento dando los Santos Mandamientos, en el Nuevo Testamento dando, por medio de su Hijo, el Evangelio.

En la Sagrada Palabra de Dios está escrito el Querer Divino, es decir, lo que Dios quiere que ustedes hagan.

Y, también, el Padre ha permitido que en éstos Últimos Tiempos, nuestros Tres Sagrados Corazones trasmitieran al mundo, a través de los Llamados de Amor, su Querer Divino, reafirmando la Palabra de Dios y conduciendo a las almas a la Iglesia.

Hijos míos, en el misterio de la Asunción de Nuestra Señora, contemplen lo que realiza la Divina Voluntad: glorifica a la creatura cuando la creatura vive en el Querer Santo de Dios.

Por eso, Nuestra Señora fue elevada en Cuerpo y Alma al Trono de Dios, porque nadie, después de Jesucristo, vivió la Voluntad Divina tan perfectamente, pero en el Amor, como Nuestra Señora.

María, nos enseña a nosotros que Dios no nos quiere esclavos haciendo su Voluntad, nos quiere libres, pero esa libertad sólo está cumpliendo el Santo Querer del Padre.

Por eso, la Santísima Trinidad elevó a la Mamá Santa a tan grande estado de Gloria, porque vivió con Amor la Divina Voluntad.

Quiero que todos los Apóstoles de los Sagrados Corazones de éstos Últimos Tiempos, cada quince de agosto, celebren la Glorificación de la Divina Voluntad, porque la Asunción de Nuestra Señora es el más vivo testimonio de esa Glorificación.

Vivir la Voluntad de Dios es fácil, queridos hijos, solamente digan “no” a sus inclinaciones y pecados y digan “si” a los Llamados de Amor que quieren conducirlos a una práctica perfecta de la Palabra de Dios.

Glorifiquen la Divina Voluntad manifestada en la Asunción de Nuestra Señora, contemplen como la creatura es tan grandemente exaltada cuando vive en la Voluntad de Dios.

Yo, Vuestro Padre San José, junto a la Mamá Santa, Reina y Señora de la Divina Voluntad, los bendecimos.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.