SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
La Asunción de Nuestra Señora es una de nuestras solemnidades litúrgicas más alegres.
La Iglesia del Cielo y la de la tierra se unen a la dicha infinita de Dios que acoge y corona a su Madre. Ambas celebran con amor la alegría virginal de la que entra, ya para siempre, en el mismo gozo de su propio Hijo. Ángeles y santos se apresuran a aclamar a su Reina, mientras la tierra se regocija también de haber dado al Cielo la joya más brillante.
Sin embargo, muchos de nosotros no entendemos claramente el significado, la dimensión y el grado de gracia otorgado a la Virgen María cuando Ella fue asumida al Cielo.
Revisemos algo de la terminología básica que nos ayudará a entender este misterio:
1. Se debe conocer el significado de la palabra ‘asunción’:
Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:
asunción
1) Aceptación, admisión: la asunción de todas las responsabilidades le está dando una posición especial.
2) Elevación al cielo de la Virgen María. ♦ Se escribe con mayúscula. Es una antonomasia.
3) Es un famoso cuadro sobre la Asunción de María.
4) Nombre propio.
2. Se debe conocer lo que significa un dogma:
Un dogma es una verdad de fe absoluta, definitiva, infalible, irrevocable e incuestionable revelada por Dios a través de la Biblia o la Sagrada Tradición. Luego de ser proclamado no se puede derogar o negar, ni por el Papa ni por decisión conciliar.
Para que una verdad se torne en dogma, es necesario que sea propuesta de manera directa por la Iglesia Católica a los fieles como parte de su fe y de su doctrina, a través de una definición solemne e infalible por el Supremo Magisterio de la Iglesia.
Fue el Papa Pío XII que, el 1 de noviembre de 1950, publica la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus que proclama el dogma con estas palabras:
“Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
3. Se debe conocer lo que significa un Milagro:
La palabra milagro (lat. mi-raculum) lit. significa un acontecimiento maravilloso o un acontecimiento que causa asombro o admiración.
El uso de ‘milagro’ en la teología cristiana incluye el significado antiguo de la palabra, pero también la sobrepasa.
Un milagro es:
(1) un acontecimiento extraordinario, inexplicable en términos de fuerzas naturales comunes,
(2) un acontecimiento que lleva al testigo a postular una causa personal sobrehumana, o
(3) un acontecimiento que constituye evidencia (una señal) de implicaciones más amplias que el acontecimiento mismo.
Para que ocurra un milagro se necesita un agente activo, un agente pasivo y testigos oculares o testigos de fe.
4. Los términos Ascensión-Asunción
Si bien, en ambos casos se trata de la subida a los cielos, en el mundo católico se aplica el término “asunción” a la Virgen María (por antonomasia*: ‘hecho de ser elevada al cielo la Virgen María en cuerpo y alma’) y “ascensión” a Jesucristo (también por antonomasia: ‘subida de Cristo a los cielos’). En ambos casos, tanto para referirnos a la Asunción de la Virgen María y a la Ascensión de Jesucristo, como cuando aludimos a las respectivas fiestas que celebra la Iglesia católica, las palabras Asunción y Ascensión se escriben con mayúscula inicial.
5. Es importante entender la diferencia entre ‘Asunción’ y “Ascensión”
Similares, pero no iguales:
Ascención
Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, con ambas naturalezas: humana y divina. Cuando Él fue al cielo en cuerpo y alma al final de su vida en la tierra, Él, lo hizo con su propio poder. Jesús mismo fue el agente activo del milagro. Jesús ascendió al cielo.
Asunción
En cambio, María es una criatura de Dios, dependiente enteramente de la gracia de Dios para todo. Ella no fue al cielo con su propio poder, sino que fue llevada al cielo por Dios. Es decir, María fue el agente pasivo del milagro. María fue asunta al cielo.
Testigos
Los testigos somos nosotros, quienes no vimos ni escuchamos, por ende, somos testigos, en fe, de que la Santísima Madre fue asumida al cielo en cuerpo y alma, por Dios, al terminar su vida terrenal.
6. La Madre de Dios, de Inmaculada concepción, Corredentora y la Asunción
La Santa Virgen María es la Madre del Señor Jesucristo y posee el titulo e identidad de ser la “Madre de Dios”. Por la historia de la Iglesia, María ha ocupado lugar único de honor y preeminencia entre la comunión de los santos. Escogida por Dios para ser la madre de su único Hijo engendrado, María fue “concebida inmaculadamente”, o sea concebida en el vientre de su propia madre sin la mancha del pecado original y “llena de gracia”, como anunció el Ángel Gabriel cuando ella concibió al Señor Jesús (Lucas 1:28).
De manera semejante, por su relación única y privilegiada con el Señor Jesucristo, ella fue asumida en cuerpo y alma al cielo cuando terminó su vida terrenal. Estas dos convicciones de fe, tan íntimamente relacionadas, proclamadas y creadas definitivamente por la Iglesia –la Inmaculada Concepción y la Asunción– merecen indudablemente el reconocimiento y observancia de parte de la Iglesia.
Pero existe otro argumento en que se funda el privilegio de la Asunción, se deduce de la participación de María en la obra de la redención.
San Juan Damasceno subraya la relación entre la participación en la Pasión y el destino glorioso: «Era necesario que aquella que había visto a su Hijo en la Cruz y recibido en pleno corazón la espada del dolor (…) contemplara a ese Hijo suyo sentado a la diestra del Padre» (Hom. 2: PG 96, 741).
A la luz del misterio pascual, de modo particularmente claro se ve la oportunidad de que, junto con el Hijo, también la Madre fuera glorificada después de la muerte.
LAS ENSEÑANZAS QUE NOS TRAE LA ASUNCIÓN DE MARÍA
LA ASUNCIÓN DE MARÍA ANTICIPA NUESTRA ÚLTIMA UNIÓN CON CRISTO.
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) dice:
(CIC, 966). … “Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte». La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos.
En el LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL del 14 de agosto de 2017, CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA, la Virgen expresa:
«Ellos no sabían que estaba ocurriendo, pero Yo fui iluminada por el Espíritu de mi Hijo. Era tanto mi deseo, mi anhelo, mi añoranza de Jesús, que rogaba siempre que mi Hijo viniera por Mí.
Mi Paso a la Eternidad no ocurrió por ninguna enfermedad, solamente mi Espíritu fue arrebatado por el Amor, el amor inmenso que tenía hacia mi Hijo. Y con este mismo Amor de Madre hacia Jesús, también lo dispuse a la Iglesia, y antes de mi Pascua, encomendé muy bien la Iglesia en el corazón de Pedro. Besé a mis pequeños en la frente, los miré, sonreí, conversé con todos».
En fe, creemos que la resurrección de los cuerpos se dará al final de los tiempos, pero en el caso de la Virgen María este hecho fue anticipado por un singular privilegio.
Así mismo, sabemos que otros justos y profetas y hombres de Dios han subido al Cielo en cuerpo y alma, y fueron «arrebatados» en cuerpo y alma, pero no se nominan o se consideran como ‘asunciones’ pues no tenían condición de Inmaculados. La Virgen María es la única criatura elevada al Cielo en cuerpo y alma en condición inmaculada, dado que ella es un ser humano como nosotros, su Asunción declara un anticipo de la nuestra.
LA ASUNCIÓN DE MARÍA ES UN “EJEMPLO” PARA LA IGLESIA Y UN MODELO PARA TODO CRISTIANO.
El Segundo Concilio Vaticano nos recordó:
La Virgen Santísima, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y por sus gracias y dones singulares, está también íntimamente unida con la Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo. Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la virgen como de la madre (“Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium”, 63).
En el LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN del 14 de agosto de 2017 el DOLOROSO E INMACULADO DEL CORAZÓN DE MARÍA, la Madre Santa con dulces palabras nos deja saber:
Estando ya en el Cenáculo, he pedido encontrarme con todos los Apóstoles, discípulos y servidores de mi Hijo. He sido para todos ellos: Madre, Maestra, Educadora, Consejera.
Les hablaba de mi vida, de Jesús. ¿Qué mejor que una Madre Santa para hablar de su Hijo a los demás? Todos me llamaban Madre, todos me reconocían como Madre, porque como una Iglesia tierna, naciente, inocente, Jesús la confió a mi cuidado materno. Y estando allí, di mis últimos consejos, mis últimas Palabras, mis últimos besos y abrazos de Madre, a todos ellos.
LA ASUNCIÓN DE MARÍA ES UN EJEMPLO Y MAESTRO DE LA ORACIÓN.
En su exhortación apostólica, “Marialis Cultus”, el beato papa Pablo VI observó:
…el último trazo biográfico de María nos la describe en oración: los Apóstoles «perseveraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con María, Madre de Jesús, y con sus hermanos»(Act 1, 14): presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque Ella, asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y salvación (50). «Virgen orante» es también la Iglesia, que cada día presenta al Padre las necesidades de sus hijos, «alaba incesantemente al Señor e intercede por la salvación del mundo» (Papa Pablo VI, exhortación apostólica, “Marialis Cultus,” 2 de febrero, 1974, 18).
Y EL CASTO Y AMANTE CORAZÓN DE SAN JOSÉ EN SU LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN del 29 julio de 2015 como un eco de las palabras de Pablo VI nos llama al servicio y a la entrega que las almas necesitamos realizar para poder realmente ser siervos de la Madre de Dios y por ello de su Hijo Divino:
Hijitos, el cielo necesita de rodillas dispuestas para desgastarse por la salvación de la humanidad, por la conversión de los pobres pecadores, porque el mundo está sordo y está ciego. Pero también el Ejército de los Sagrados Corazones Unidos necesita almas víctimas, almas que sufran, almas que se desgasten por la salvación de sus hermanos.
Queridos hijos, el Cielo urge de vuestras oraciones para poder derramar un nuevo tiempo, una nueva etapa de misericordia y gracia, porque van por muy mal camino sin la conversión, arrepentimiento, del Amor de Dios, al prójimo.
Grandes almas deben ser en el silencio, en el sufrimiento, en el trabajo y en la abnegación. Sean imitadores de mis virtudes, hijos de mi amante y eterno Corazón. El Espíritu Santo del Señor se está derramando en el mundo, en la humanidad. Un Nuevo Cenáculo en toda la tierra que se derramará como Fuego, y se encenderá como pólvora en los corazones que se consagran a Jesús y María.
El tiempo urge de verdaderos discípulos de Jesucristo, de verdaderos hijos de María, comprometidos con la Reina del Cielo para la salvación del mundo entero.
LA ASUNCIÓN DE MARÍA NOS ENSEÑA LA CONFIANZA Y LA ESPERANZA.
El papa san Juan Pablo II predicó que, para tener éxito en nuestras intenciones, debemos encomendarnos a la Santa Virgen María siempre, pero especialmente en los momentos de dificultad o tinieblas.
Escribió:
De María aprendemos a rendirnos a la voluntad de Dios en todas las cosas. De María aprendemos a confiar también cuando parece haberse eclipsado toda esperanza. De María aprendemos a amar a Cristo, Hijo suyo e Hijo de Dios. … Aprendamos de Ella a ser fieles siempre, a confiar en que la Palabra que Dios os da será cumplida, y que nada es imposible para Dios” (Papa Juan Pablo II, “Homilía en Washington, D.C.”, 6 de octubre, 1975).
En leer y meditar al LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA del 12 de octubre de 2015 aprenderemos a elevar nuestra confianza y a nunca perder la esperanza.
Yo Vuestra Madre soy el Pilar de la fe
Queridos hijos, oro por todos ustedes para que conozcan más a Jesús y su corazón se entregue totalmente a Nuestros Dos Corazones Unidos en un mismo Amor, en un mismo Espíritu, y en el Sacrificio de la Cruz.
Queridos hijos, Yo Vuestra Madre soy el Pilar de la Fe, construyan sobre este Pilar su fe, construyan sobre este Pilar para que tengan un amor decidido, un amor inseparable para Mi Hijo Jesús, vengo a mostrarles el camino del Evangelio y anunciarles las Palabras que Mi Hijo ya les ha enseñado en las Sagradas Escrituras.
Vengo para animarles, para enseñarles y para transmitirles los deseos del Sagrado Corazón de mi Hijo Jesús. Oren y lean la Sagrada Escritura, cimienten en Buena Nueva del Evangelio. Cuando me presenté en el Pilar al Apóstol Santiago, lo hice para animar su fe. La fe de estos creyentes que sucumbían ante la inconstancia y la desobediencia de aquellas almas, pero el Señor me envió para reanimarlos y enseñarles que confiados en un Corazón Inmaculado ‘firme y fuert’e, como una Columna, Columna de Fuego de Amor y pudieran perseverar para que el Evangelio fuera escuchado, así nuevamente, me presento al mundo que sucumbiendo ante estas tormentas confusas se aleja del Corazón de Dios y Yo extiendo mi Mano de Madre hacia mis hijos para que se acerquen al Señor y acercándose al Corazón de Jesús fortalezcan sus vidas, vivan la caridad, reencuentren la esperanza que con los sufrimientos humanos, muchas almas han perdido, vengo a conquistar almas para Jesús, vengo a rescatar corazones, vengo a liberar muchos corazones de la esclavitud del pecado y del adversario.
Mi hijo me envía como misionera en la vida de mis hijos para que aferrados a mi Corazón Inmaculado caminen en el camino del Evangelio que es la Palabra de Vida que es mi Hijo Jesucristo a quien deseo llevarlos. Hijos, conságrense a mi Corazón Inmaculado y consagrados a Mí tendrán una vida espiritual consolidada en la fe, firme en la esperanza y aumentarán cada día en el Amor a Dios y al hermano.
Oren, oren, oren mucho para que vuestra vida de fe sea perseverante hasta el día que mi Hijo les llame.
LA ASUNCIÓN DE MARÍA NOS DEMUESTRA NUESTRO DESTINO EN CRISTO.
El papa san Juan Pablo II declaró:
En ella, elevada al cielo, se nos manifiesta el destino eterno que nos espera más allá del misterio de la muerte: un destino de felicidad plena en la gloria divina. Esta perspectiva sobrenatural sostiene nuestra peregrinación diaria. María es nuestra Maestra de vida. Contemplándola, comprendemos mejor el valor relativo de las grandezas terrenas y el pleno sentido de nuestra vocación cristiana (Papa Juan Pablo II, “homilía en la Basílica de San Pedro”, Roma, 15 de agosto, 1997).
En el LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS del 21 septiembre de 2015 podemos entender la misión que los apóstoles de los Últimos Tiempos estamos pedidos de realizar, cual es nuestro destino en Cristo. Ahondemos y meditemos sobre el Sello y las siete unciones de la Virgen Madre, la dimensión de lo que significa ser ‘copias de María’ y como es que podremos llegar a llegar exitosos en nuestra tarea:
El Sagrado Corazón Misericordioso se inclina con Amor y Compasión.
El Sello de Sangre que mandó poner mi Eterno Padre en las casas de los israelitas antes del éxodo, este mismo Sello, es puesto sobre ustedes y con las siete unciones de mi Madre. Siete porque Ella contiene todos los misterios del Cielo, todas las unciones del Espíritu Santo en perfección, y esa gracia nunca había sido dada hasta estos días a mis apóstoles, mis escogidos, los predestinados.
Hijos míos, Yo estoy llamando a 144.000, antes de la batalla final para que todos ustedes con el estandarte de los Dos Corazones Unidos digan “si” al Advenimiento del Reino de los Dos Corazones que triunfarán, reinarán y vencerán.
Hijos, dejen que mi Amor les moldee que Yo haga en ustedes los cambios que necesitan, que Yo haga en ustedes las liberaciones, purificaciones, la perfección que quiero en cada uno de mis siervos.
Queridos hijos, no tengan miedo de acercarse y dejarlo todo por Mí porque aquel que lo deja todo por Mí, con confianza y despojamiento, lo encontrará todo nuevamente multiplicado porque Yo soy el Dios que no se deja ganar en generosidad.
Queridos hijos, que mi Misericordia les anime y les bendiga. No tengan miedo de entregarse al Corazón del Padre, así como lo hice Yo desde la Cruz. Sean mis apóstoles a quienes amo e instruyo.
Queridos, denlo todo por la Obra de Nuestros Dos Corazones, sigan adelante en el camino de la Cruz. No teman, que mi Divina Misericordia está con ustedes y mi Gracia les basta para tener confianza para la entrega, para la inmolación, para el sacrificio.
LA ASUNCIÓN DE MARÍA REVELA EL PODER DEL AMOR.
El papa san Juan Pablo II proclamó:
María, elevada al cielo, indica el camino hacia Dios, el camino del cielo, el camino de la vida. Lo muestra a sus hijos bautizados en Cristo y a todos los hombres de buena voluntad. Lo abre, sobre todo, a los humildes y a los pobres, predilectos de la misericordia divina. A las personas y a las naciones, la Reina del mundo les revela la fuerza del amor de Dios, cuyos designios dispersan a los de los soberbios, derriban a los potentados y exaltan a los humildes, colman de bienes a los hambrientos y despiden a los ricos sin nada (Papa Juan Pablo II, “Homilía de la Basílica de San Pedro”, Roma, 15 de agosto, 1999).
11 de julio de 2015 – LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA
La Madre de todos los pecadores.
Todos y cada uno de ustedes están guardados en mi Amante Corazón. Todos y cada uno de ustedes deben depender de mi Maternidad porque Yo soy la Madre de Dios y la Madre de todos los pecadores.
Queridos hijos, cada día que van uniéndose en oración, van creciendo espiritualmente, van dando un paso más en su vida cristiana. Por eso es importante la perseverancia en el seguimiento a Jesús, para que las gracias que el Señor les ha concedido, las vayan adquiriendo a lo largo de este caminar en el momento de Dios, cuando Él quiera otorgárselas.
Queridos hijos, sean mis apóstoles y muestren el mundo que son mis hijos, sean testimonio de mi Voz Materna, porque mi presencia en este lugar es consuelo, es fortaleza, es medicina para muchas almas enfermas. Con mi presencia entre ustedes, queridos hijos, también estoy derramando dones, gracias y carismas para el servicio.
Están llamados el servicio, están llamados a la entrega, están llamados al amor desde su Bautismo. Por eso, queridos hijos, sean fieles a la invitación de Jesús, Jesús sana sus heridas, Jesús libera sus almas, Jesús es consuelo, ese ánimo y alegría.
Por eso les invito, queridos hijos, a ser siempre mi pequeño Ejército orante que crecerá y crecerá como las estrellas del cielo, porque la hora del Triunfo y Reinado de los Sagrados Corazones Unidos está llegando y se implantará en sus hogares, en sus familias, en sus corazones, en muchos corazones de mis hijos.
Ya estoy reuniendo y gobierno como Reina y Señora de todos los hijos de Dios y por eso les invito a la oración, la alegría del testimonio, a la perseverancia en el seguimiento, la confianza en la tribulación y a la esperanza en la persecución y en el dolor.
Por eso, queridos hijos, no teman Yo siempre escucho vuestras súplicas. Yo les pido confianza, fe y amor, enamórense verdaderamente de Jesús. Amen con todo el corazón a Jesús. Sigan sin vacilar a Jesús…
LA ASUNCIÓN DE MARÍA CUMPLE SU TRABAJO EN LA TIERRA Y NOS INVITA ESTAR CON ELLA EN LA ETERNIDAD.
El papa Francisco habló con miles de peregrinos en la Plaza San Pedro en la Solemnidad de la Asunción y nos dijo:
… nos otorga una nueva habilidad para atravesar los momentos más dolorosos y difíciles con fe; nos da la capacidad de tener misericordia, perdonarnos, comprendernos, apoyarnos mutuamente. … Y le pedimos que nos proteja y nos apoye; que podemos tener una fe firme, alegre y misericordiosa; que nos ayude a ser santos, a encontrarnos con ella, un día, en el Paraíso (Papa Francisco, “Ángelus”, 15 de agosto, 2017).
A estas palabras del Santo Padre, que expresan la gracia que María otorga a sus hijos fortaleciéndolos en su fe para capacitarlos a confrontar las dificultades, en su LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN del 14 Agosto 2017 es la misma Virgen Santísima, quien nos enseña y guía y nos invita a ser santos:
Hijitos, hasta el último momento de mi vida en la tierra me entregué a todos. Yo no juzgaba, ni seleccionaba al santo, al bueno, o al pecador, o al injusto. Yo los amaba y Yo los amo a todos. Y como Madre Yo los invito a que, de verdad, abran sus corazones, a que dejen que sus corazones sean transformados por mi Hijo.
Miren hacia el Cielo, anhelen el Cielo, piensen en la Eternidad. Pero eso no justifica de que no practiquen bien la vida terrenal.
¡Caridad! ¡Caridad! ¡Caridad! serán juzgados al final por el amor.
Recuerden, por la falta de amor muchísimas almas ya se han perdido. El misterio de mi tránsito al Cielo está impregnado por una caridad inconmensurable. Hijos, sólo la caridad hará de ustedes grandes santos.
¡No esperen más tiempo! ¡ya tienen suficiente tiempo y vida para vivir y encarnar el Evangelio de mi Hijo!
HOY 15 DE AGOSTO CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
En este mismo lugar sucedió el gran milagro de Pentecostés, y en este mismo lugar “mi Alma fue arrobada, en un acto de Amor,” para volar hacia el encuentro con Jesús.
Días antes de mi Pascua, es decir, de mi Paso al Cielo, me dirigí al Cenáculo de Jerusalén, acompañada por Juan “el discípulo amado”, y María Magdalena “la fiel reparadora” que, con sus lágrimas, expiaba y reparaba por los pecados de los demás.
Estando ya en el Cenáculo, he pedido encontrarme con todos los Apóstoles, discípulos y servidores de mi Hijo. He sido para todos ellos: Madre, Maestra, Educadora, Consejera.
Les hablaba de mi vida, de Jesús. ¿Qué mejor que una Madre Santa para hablar de su Hijo a los demás? Todos me llamaban Madre, todos me reconocían como Madre, porque como una Iglesia tierna, naciente, inocente, Jesús la confió a mi cuidado materno. Y estando allí, di mis últimos consejos, mis últimas Palabras, mis últimos besos y abrazos de Madre, a todos ellos.
Ellos no sabían que estaba ocurriendo, pero Yo fui iluminada por el Espíritu de mi Hijo. Era tanto mi deseo, mi anhelo, mi añoranza de Jesús, que rogaba siempre que mi Hijo viniera por Mí. Mi Paso a la Eternidad no ocurrió por ninguna enfermedad, solamente mi Espíritu fue arrebatado por el Amor, el amor inmenso que tenía hacia mi Hijo. Y con este mismo Amor de Madre hacia Jesús, también lo dispuse a la Iglesia, y antes de mi Pascua, encomendé muy bien la Iglesia en el corazón de Pedro. Besé a mis pequeños en la frente, los miré, sonreí, conversé con todos.
Hijitos, hasta el último momento de mi vida en la tierra me entregué a todos. Yo no juzgaba, ni seleccionaba al santo, al bueno, o al pecador, o al injusto. Yo los amaba y Yo los amo a todos. Y como Madre Yo los invito a que, de verdad, abran sus corazones, a que dejen que sus corazones sean transformados por mi Hijo.
Miren hacia el Cielo, anhelen el Cielo, piensen en la Eternidad. Pero eso no justifica de que no practiquen bien la vida terrenal. ¡Caridad! ¡Caridad! ¡Caridad! serán juzgados al final por el amor.
Recuerden, por la falta de amor muchísimas almas ya se han perdido. El misterio de mi tránsito al Cielo está impregnado por una caridad inconmensurable. Hijos, sólo la caridad hará de ustedes grandes santos.
¡No esperen más tiempo! ¡ya tienen suficiente tiempo y vida para vivir y encarnar el Evangelio de mi Hijo!
Los animo: “sean santos”.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén