La Transfiguración de Nuestro Señor

La Transfiguración de Nuestro Señor

Agosto 6

“Oh Dios, que, en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito, confirmaste los Misterios de la fe con el testimonio de los Padres, y declaraste admirablemente, por medio de la voz salida de la luminosa nube, la perfecta adopción de hijos: haz propicio que seamos coherederos del mismo Rey de la gloria y partícipes de su misma gloria.”

Noble fórmula de la Colecta que resume la oración de la Iglesia y nos da su pensamiento en esta fiesta de testimonio y de esperanza.

SIGNIFICANCIA DE LOS VESTIDOS DE CRISTO y los Apóstoles de los últimos tiempos

Mientras “su faz resplandecía como el sol”, dice el Evangelio hablando de Jesús, sus vestidos se tornaron blancos como la nieve.

Ahora bien, estos vestidos, que brillan como la nieve, dice S. Marcos, que no hay batanero que los pudiera hacer más blancos sobre la tierra.

¿Qué son estos vestidos? No son sino los justos, inseparables del HombreDios y su adorno regio. Son el vestido sin costura, que es la Iglesia, son aquellos que limpiaron su propia vestidura con la Sangre del Cordero y que María continúa tejiendo para su Hijo con la lana más pura y con el lino más hermoso. Ese resto fiel, esos miembros del Apostolado de los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y de María quienes, ante este entendimiento deben, asumir la seriedad de su mision y abrir el corazón para poder cumplirla.

Por eso, aunque el Señor, habiendo pasado el torrente del sufrimiento, haya entrado personalmente en su gloria, el misterio de la Transfiguración no estará completo sino hasta el momento en que el último de los elegidos, habiendo pasado, él mismo, por la preparación laboriosa de la prueba y gustada la muerte, se haya juntado con la cabeza en su Resurrección.

Rostro del Salvador, embeleso de los cielos, entonces brillará en ti todo: la gloria, la hermosura y el amor. Expresando a Dios en la semejanza perfecta del Hijo como hombre, extenderéis la complacencia del Padre, al reflejo de su Verbo que hace a los hijos de adopción, gozándose en el Espíritu Santo hasta en las últimas franjas del manto que llena con el templo (Isaías 4:1).

Proclama S. Ambrosio, y tomemos esta proclamación como un llamado a despertar a los apóstoles de los Últimos Tiempos:

“Subamos a la montaña, supliquemos al Verbo de Dios que se nos muestre en su esplendor y hermosura; que se fortifique, que progrese felizmente y que reine en nuestras almas.

¡Pues, oh misterio profundo! según tu medida, crece o decrece en ti el Verbo. Si no alcanzas esa cima más elevada que el pensamiento humano, no se te aparece la Sabiduría y el Verbo se te muestra como en un cuerpo sin brillo ni gloria.”

6 agosto 2016 - Llamado de Amor y Conversión del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús

Los Sagrados Corazones de Jesús y de María están aquí

El Sagrado Corazón de Jesús dice al instrumento: Queridos apóstoles de nuestros Sagrados Corazones les invito a una entrega, cada vez más profunda y decidida. Para que, vuestras voluntades humanas, al renunciar ustedes a ellas, se configuren con la Divina Voluntad, y así la vida y el obrar de mi Sagrado Corazón sea vida y acción a través de ustedes, y se convertirán en pequeños instrumentos, serán el reflejo de mi Amor. Y así, pequeños, a través de ustedes, muchas almas que están siendo escogidas para ser parte del Triunfo Final del Cordero de Dios, también, escucharán el llamado y nos seguirán a mi Madre y a Mí.

Queridos hijos: No se turben vuestros corazones y pidan siempre la Fuerza del Espíritu Santo y, así, también, serán transfigurados por el Espíritu Santo, a través del Inmaculado Corazón de mi Mamá Celestial.

Queridos hijos: Oren para que mi Madre sea enaltecida y conocida como la Corredentora del Redentor y que su Corazón Doloroso e Inmaculado Triunfe en el mundo entero.

Oren por las intenciones de nuestros Sagrados Corazones para que puedan realizarse en Divina Voluntad, según el proyecto de mi Eterno Padre.

Mi Amor Eucarístico, que transfigura sus corazones en mi Amor, les bendice.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.