Queridos hijos, por intercesión del Espíritu Santo, a través de la poderosa intercesión del Arcángel San Miguel, San Gabriel y San Rafael, vengo nuevamente a repetir mi último llamado porque este pueblo es duro de corazón, soberbio de espíritu y no viven unidos a la Divina voluntad de mi Hijo.
Hijos míos, con vuestros Santos Rosarios destruid las barreras de Satanás, orad mucho por las almas consagradas, especialmente por el Papa que sufre y que sufrirá mucho, también oren por Benedicto XVI que es mártir viviente de la Iglesia de mi Hijo. Oren por los obispos, oren por mis hijos predilectos los sacerdotes porque están ignorando a la Madre de Cristo Sacerdote, ignoran mis consejos maternos.
Con vuestro Santo Rosario en las manos, con la oración en el corazón y el Ave María en vuestros labios conquisten muchas almas para el Reino de Dios. Ayer les entregué una gracia especial a cada uno de ustedes, pero hoy pongo la armadura espiritual en cada uno de ustedes, una gracia intercedida por San Miguel Arcángel que él obtuvo con sus oraciones son depositadas sobre los Santos Rosarios que hoy traen a este lugar.
Hijos míos, oren, reparen y consuelen el Corazón de mi Hijo que está muy ofendido. El Reino de mi Amor Maternal se extenderá en muchos corazones, con la ayuda de mi Ejército de los últimos tiempos.
Fátima, Garabandal, Medjugorje, no han sido obedecidos, por eso el Señor me permitió dar los últimos llamados de Amor y Conversión a la humanidad para rescatar muchas almas, para reunir a mi remanente fiel y para consolar a mi Hijo que tiene su Cuerpo herido y que pronto también será fragmentado por la dureza de los corazones.
Hijos míos, yo les amo, les protejo y el Espíritu Santo con mi intercesión les dará luz para seguir el camino de la cruz, para seguir a mi Hijo, para vivir con nuestros dos Corazones en el Reino Glorioso. Gracias por unir sus pasos a nuestros Sagrados Corazones en el camino de la cruz.