Queridos hijos de mi Casto y Amante Corazón, miren mi Corazón, este Corazón que ama tanto a Jesús, a María, a la humanidad. Y aquí en mi Corazón, queridos hijos, encontrarán un refugio para ustedes, para sus familias, para sus oraciones.
Dios Padre me confió los dos grandes tesoros del Reino: el Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús.
Pero, en este tiempo, los Sagrados Corazones de Jesús y de María me han confiado a las almas, y es por eso, pequeños, que les invito a que tengan una verdadera y profunda devoción a mi Casto y Amante Corazón, que es el refugio para los apóstoles de los Sagrados Corazones de Jesús y de María en estos tiempos.
Y en mi Corazón encontrarán el amor, el servicio, la consagración, la humildad, el silencio, la obediencia y el amor santo que agrada a Jesús y a María. Entren en mi Corazón y llénense de Jesús y de María, que colmaron totalmente mi Corazón, ahora, para darlo a ustedes.
Les amo y les doy mi bendición como el Patriarca de Nazaret.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.