Los Tres Sagrados Corazones de Jesús, María y José están presentes.
Yo, San José, el siervo del Señor en Nazaret, les vengo a revelar la verdadera vida de Consagración al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús a través del Corazón Doloroso e Inmaculado de María. Solo a través de este Corazón Materno, el Espíritu Santo realiza un Pentecostés de Amor, preparando y purificando el alma para que el alma se abrace a Jesús.
Mi pequeño hijito, heraldo del Reino de los Tres Corazones:
Te hemos enviado como un mensajero de un Reino que está por venir. Dios Padre Tierno y Misericordioso te ha escogido por tu pequeñez, tu humildad, tu fe inquebrantable y tu obediencia ciega a nuestros Sagrados Corazones. Tu pequeñez y sencillez de vida y de corazón, agrada y repara a Dios. Transmite siempre nuestros Últimos avisos a los hombres para que estos escuchen y regresen a Dios. Gracias pequeño por tu Fiat constante, silencioso, crucificado, pero siempre fiel.
El Apostolado es el resto fiel que está escuchando el mensaje de nuestro heraldo que anuncia el Reino de Amor de nuestros Tres Corazones por venir.
Con el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, con el Doloroso e Inmaculado Corazón de María y con mi Casto y Amante Corazón los bendecimos.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.