Mis queridos hijos:
Mi Sagrado Corazón palpita eternamente en el Santísimo Sacramento. Allí estoy –verdaderamente presente– es mi Amor que se ha hecho indefenso en un pedazo pequeño de pan para estar con vosotros. Pero, también, en este Sacramento de mi Amor Redentor recibo sacrilegios, irrespetos, indiferencias, y muchas almas se olvidan de que, también, estoy en el Sagrario, esperando ser adorado y amado por mis hijos, a quienes redimí con mi Sacrificio en la Cruz.
Pequeños soldados del Ejército de mi Madre, la Conquistadora de los corazones, les hago un llamado a que no se desanimen, a pesar de las cruces que les corresponde llevar. Mis almas, no caigan en la tibieza espiritual, porque la tibieza aleja el alma de Dios.
Oren, sean perseverantes en la oración, y escuchen nuestros mensajes, porque, no son para el mundo, son para el Remanente Fiel, y Yo deseo preparar y educar a mi rebaño. Pero no se alejen de Mí, porque si no la oscuridad los va a cegar, extraviar, y confundir. Acérquense a mi Sagrado Corazón y reciban mi paz, amor, y consuelo.
Oren para que muchas almas, con vuestras oraciones, sean rescatadas del ocultismo, de la masonería, del paganismo; que estas almas, también, sientan mi Divina Misericordia por medio de sus oraciones.
Yo les amo y les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.