Apóstoles de Mi Sagrado Corazón, deseo con todo el Amor, que arde en Mi Corazón por cada uno de ustedes, a que oren. Transformen sus vidas con la oración. Nada será transformado si no hay oración y acción. La oración da fuerzas para que actúen en la misión. Por eso, Yo oraba a Mi Padre todas las noches, para tener fuerza, para realizar Mi Misión, al día siguiente entre los pobres, entre los enfermos, entre los posesos, entre los afligidos. La oración lo cambia todo. Pero si no oran no verán los frutos, porque la oración es importante. Si oran de verdad con el corazón, si oran sin mezquindad ni egoísmo, si oran según Mi Divina Voluntad, si oran con amor, si aman lo que oran, van a cambiar, sus vidas cambiarán por la Gracia de Mi Padre y la fuerza del Espíritu Santo.
¡No dejen de orar! ¡No cesen de alabar! ¡Oren! ¡Oren siempre! ¡Oren también para que puedan comprender la grandeza de Mi Apostolado y la urgencia de Mis Llamados de Amor y de Conversión! Oren y crean en la fe que entenderán lo que Nuestros Sagrados Corazones quieren hacer en cada uno de ustedes.
Y a ti, pequeño profeta, las tres espinas, que místicamente se te dieron, una es para reparar la rebeldía de la humanidad hacia Mi Padre, la segunda para reparar la dureza del corazón del hombre para escucharme, la tercera por todos los que rechazan Mi Espíritu Santo y no dejan que Él actué y transforme sus vidas. Hablarás con la fuerza de Mi Espíritu, porque es urgente la conversión.
Yo los bendigo con Amor y Misericordia: en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.