Querido hijo, mi pequeña nada, a través de ti he revelado a la humanidad una gracia de mi infinita misericordia. Esa gracia es la Cruz Gloriosa de nuestros Sagrados Corazones Unidos, pues en esta Cruz he reunido toda la espiritualidad de la Cruz.
Lo que he dicho a mis profetas sobre mi Cruz y las promesas dadas a la Cruz se resume en la Cruz Gloriosa de nuestros Sagrados Corazones: mi sacrificio redentor, entregado al Padre Tierno y Misericordioso por el Corazón de María, para la salvación de los hombres.
Por eso, exaltar mi Cruz y glorificarla es exaltar y glorificar mi sacrificio. Lean y mediten, queridos hijos, el capítulo 7 del Libro del Génesis.
Y con mi Sagrado Corazón Eucarístico los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.