Queridos hijos, soy la Señora del Santo Rosario, la Madre que en Fátima les entregó un mensaje de conversión a través de tres pequeños indefensos y pobres niños a los que nadie creía. Nadie afirmaba las palabras que les daba a mis niños. Tres niños que sufrieron por ser fieles a mi llamada maternal. Pero, a través de estos tres pastorcitos, les entregué una gran promesa; y es que: mi Corazón Doloroso e Inmaculado triunfará. Y todos los que creen en mi palabra y se esfuerzan por vivir mis pedidos, y oran por mis intenciones, y oran por el triunfo final de mi Doloroso e Inmaculado Corazón, al vivir mi Llamado Maternal, se hacen también mis apóstoles e hijos de mi promesa.
Hijos, porque nacen de mi promesa, los apóstoles de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en estos Últimos Tiempos, son la descendencia y el fruto de mi promesa, quienes ya tienen que empezar a vivir, porque ya he triunfado en vuestras vidas, la gran promesa de Fátima. Y es, a través de sus pequeños esfuerzos y oraciones, que mi Corazón Inmaculado también triunfará. Por eso, pequeños, como semilla que se esparce por la tierra, esparzan con sus sacrificios, esfuerzos, oraciones y ayunos los Cenáculos de Oración, para que este triunfo llegue a las familias, y de las familias a la Iglesia, y de la Iglesia al mundo.
Oren, pequeñitos, mi Corazón Inmaculado cuenta con ustedes.
Les doy mi bendición.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.