Pequeña nada y alma víctima de Nuestros Sagrados Corazones Unidos:
El Espíritu del Señor ha sido para ti el gran dador de los dones. Tus crucifixiones místicas, ofrecidas en reparación a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, son gracias dadas por el Espíritu de Dios. Todas las heridas invisibles del Señor en tu cuerpo son impresas por ese Espíritu Divino. La Encarnación de los Corazones Santísimos de Jesús y de María en tu corazón, así como la transverberación de tu corazón, para que en él se escondan los Dos Sagrados Corazones, son prodigios de misericordia del Espíritu Santo.
Y este mismo Espíritu Santo, que tomó a Nuestra Señora como su Virginal e Inmaculada esposa en el FIAT de María, ha venido a escribir con Fuego Divino poniendo un sello grabado a todas estas gracias.
Este sello es el mismo FIAT de María grabado con Fuego Divino en tu corazón: un gran amor, un profundo amor, como fruto de estas gracias, para con la Iglesia, el cuerpo místico de Jesús.
También te ha concedido una devoción filial al Santo Padre y obispos; y una entrega víctima por la santidad de los sacerdotes.
Estas gracias, hijo mío, también aumentan en ti, cada vez mas, un amor ardiente y de santo celo por los ministros de Jesús.
Queridos hijos, entender que el Apostolado es la Obra Magna de Jesús y de María en estos Últimos Tiempos es encontrar la respuesta en el Evangelio, en el Evangelio mismo está contenida esta espiritualidad: María la Mujer Vestida del Sol, Dolorosa e Inmaculada; y Jesús, su Sagrado Corazón de verdadero Dios y verdadero hombre, único Cordero para el Sacrificio Eucarístico Perpetuo.
Este es el camino que la Divina Misericordia da a toda la humanidad: El camino de los Dos Sagrados Corazones Unidos por el Espíritu Santo.
Lean y mediten el Capitulo 35 del Libro del Génesis.
Los amo y los bendigo. Y a ti, hijito, por el sentir y sufrir con la Iglesia y sus pastores, consuelas mucho al Corazón herido de Jesús. Tu amor hacia los pastores y hacia la Iglesia repara los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Fiat, Semper.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.