Hijito mío:
El más pequeño y amado de los profetas de mi Corazón Maternal, te bendigo y con esta bendición restauro tus fuerzas. Hijo bendice a los que te señalan, ora por los que te acusan, ama a los que te entienden torcidamente. Mi Corazón es tu guía, tu refugio y tu defensa es mi propio Llamado de Amor. Si mis hijos comprendieran que no quiero obras extraordinarias, ni espero que realicen grandes hazañas, solamente quiero que vivan con el corazón mis Llamados de Amor.
Queridos hijos:
Todos deben comprender que lo importante de esta obra es el mensaje, mis Llamados maternales son la predicación, en el presente, del Evangelio ya revelado por mi Hijo Jesús.
Hijitos:
Desde lo cotidiano, lo ordinario, desde el estado de vida de cada uno, desde la sencillez vivan mis Llamados. Escuchen la sencillez de mis palabras y no aspiren a grandes actos, sino al amor y la sencillez de Dios.
Hijito:
Tú, en la vida sencilla, oculta y silenciosa recibe mis Llamados, trasmítelos a mis apóstoles y que cada uno los viva.
Ora por todos. Dios y tu anonadamiento es tu defensa y tu oración silenciosa tu testimonio.
María Corredentora los bendice.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.