Amados hijos, los amo y los bendigo. En la bendición está el amor y el amor bendice. Quien ama y bendice, ora amando y Yo amándoles y bendiciéndoles los estrecho en mis entrañas de misericordia.
Ante la caída original, entregué un remedio saludable: profeticé que la mujer Vestida de Sol, dando a luz a su Hijo varón, que es su descendencia, este Hijo varón, por mediación de su Madre, aplastaría la cabeza de la bestia infernal[1].
Así como los dos corazones de Adán y Eva se aliaron para pecar, así los Dos Corazones Santísimos de Jesucristo y de la Santísima Madre se unieron en una nueva alianza de salvación y de reparación.
Estos Dos Corazones entonces reparan con su amor la desobediencia de los otros dos corazones, Adán y Eva.
Esta Alianza que vence a satanás es ahora un carisma concreto que es: el Apostolado. Con el Apostolado vengo a unir a todos los corazones humanos a los Corazones de Jesús y de María, sin excepción.
De modo que lo que comencé en el Jardín del Edén como un plan de salvación, lo terminaré con el Apostolado.
Que el mundo entero se una a esta Alianza de Salvación[2].
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] Génesis 3, 15
Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza.
[2] Lc 22,19-20
Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que será derramada por vosotros»
