Pequeña víctima, consoladora de nuestros Sagrados Corazones Unidos en el Espíritu Santo, da al mundo estos Últimos Llamados de Amor. No temas, porque nuestros Corazones y tus protectores: Padre Pío y Luisa , estamos contigo.
En Fátima, el Padre me envío a bendecir al mundo. En Knock, el Padre me envío a rogar por el mundo. En Cotignac, como con San André Bessette, el Padre me envío a sanar a los enfermos y afligidos. Ahora, el Padre, por medio de ti, para el Apostolado.
El Padre me envía a llamar a los hijos de María, para que regresen al hogar de los Tres Corazones y comience en el mundo el Reinado Glorioso de los Tres Sagrados Corazones. Por eso, el Espíritu Santo ha dado las tres advocaciones que son el resumen y el llamado final de Jesús, María y José.
Vengo vestido de oro y mostrando mi Casto Corazón, reflejando a la Reina Celestial y preparando a nuestros apóstoles para el Reino Glorioso y la venida del Gran Pentecostés. Para eso es necesario que escuchen nuestros Últimos Llamados, se reúnan a orar en Cenáculos de Oración y se consagren, como Yo lo hice, guiado por el Espíritu Santo, a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Queridos hijos, den gracias al Padre Celestial por el Apostolado y por estos Últimos Llamados, porque son un don del Amor Misericordioso.
¡Agradezcan al Señor por llamarlos con ternura y amor a la conversión!
Desde este aposento de nuestros Corazones, junto al Jardín de María y la Fuente de Gracia y Misericordia, nuestros Tres Corazones bendicen a la humanidad.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.