Queridos hijos:
Quiero que sus corazones sean receptores de la Palabra y de la Presencia de mi Hijo Jesús, porque, así como la Santísima Trinidad dispuso que Yo diera a Jesús a la humanidad, ahora Nuestros Sagrados Corazones disponen que las almas a nosotros consagradas den a Jesús al mundo, lleven la Presencia y la Luz de Jesús con sus acciones y testimonio, y, con sus oraciones, pidan por la paz del mundo entero, por la Iglesia que está siendo muy perseguida, para que el mundo entero sea entregado de verdad a Nuestros Dos Corazones.
Mis queridos hijos, oren, también, por nuestras intenciones. Les pido, queridos hijos, tengan paz, para que la paz se refleje a los demás, y sean testimonio de la Luz que ha venido al mundo.
Las almas de mi Ejército Mariano no deben vivir en las tinieblas, porque la Luz se les ha sido dada: a mi Hijo. ¡Lleven esta Luz que brilla a todos!
Oren, oren, oren mucho, para que sus corazones reciban esta Luz: a mi Hijo que se ha hecho Hombre.
Pequeños, vean la Luz, tómenla, y llévenla al mundo. Yo estoy con ustedes y les doy mi bendición.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima, sin pecado original concebida.