Amado rebaño de la Trinidad amante:
Escuchen las palabras de su Dios, guarden en el corazón su Llamado[1]. No tengan nunca miedo, porque quién tiene la comunión de la Trinidad en su vida no debe temer nada; pues todas sus cosas son mías en la misma medida en que son míos. La medida del amor no depende de Dios sino de la apertura de la libertad humana a mi amor divino[2].
Hijitos, vengo a llamarlos con la voz de un padre amoroso. San Juan, el amado apóstol, en el libro de apocalipsis, contempla como al abrirse el Arca de la Alianza se escuchan truenos y relámpagos. ¡Oh, mi creación! Los truenos y relámpagos que circundan mi Trono en Apocalipsis son estos Últimos Llamados de Amor y Conversión a la humanidad[3].
Dios Padre Tierno y Misericordioso los bendice.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
[1] Deuteronomio 11, 18
Pongan estas palabras mías en su corazón y en su alma, átenlas como una señal a su mano, y sean como un signo entre sus ojos.
[2] Lucas 6, 38
Den y se les dará; una medida buena, apretada, sacudida, rebosante pondrán en el pliege de sus vestidos.
[3] Apocalipsis 11,19
Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de la alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos y fragor y truenos y temblor de tierra y fuerte granizada.