Durante la Jornada de 40 horas de Adoración Eucarística en la Solemnidad de Corpus Christi.
Antes de terminar nuestra jornada de 40 horas, el Señor me ha pedido hacer la Oración de Sanación y de Liberación.
Así que, todos los hermanos que están conectados, los hermanos que están siguiendo la oración, –y de igual modo grabar en este momento esta oración– para que las gracias del Divino Corazón de Jesús sean derramadas ahora y en cada momento que la Oración sea recitada y escuchada, que la sanación y la liberación de la Alianza de los Corazones Unidos, por el poder del Espíritu Santo, se derramen sobre nosotros, sobre todo el Apostolado, sobre todas nuestras necesidades e intenciones y sobre todos los que se encomiendan a nuestras oraciones.
No únicamente al Apostolado, porque el Apostolado es una obra para el mundo entero. Todos están siendo esperados por los Corazones a esta Obra. Todos. Buenos y malos. Creyentes y no creyentes. Miembros de la fe o no. Todos están siendo esperados por el Señor y por la Santísima Virgen a unirse a la Alianza de los Dos Corazones.
Oración de Sanación y Liberación del Apostolado de los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y de María.
Sagrados Corazones Unidos de Jesús y María, Triunfen y Reinen, encierren mi corazón en vuestros Corazones Unidos, restauren mi vida, para que yo pueda vivir y se disipe todo mal y dolor en mí.
Señor, ten piedad.
Jesucristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Sana mi vida con tu Preciosísima Sangre, restaura mi alma desde su concepción, sana las realidades en las que fui concebido, libérame de toda atadura, maldición y pecado, sáname con tu Preciosa Sangre. Te entrego los nueve meses de mi gestación en el vientre de mi madre, te ofrezco todos los dolores y sufrimientos que mi madre y yo tuvimos que soportar desde el vientre materno.
Te ruego ¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! que te apiades de mí y de mi familia. Que tus Dos Rayos de Misericordia, de Agua y Sangre que brotaron de tu Sagrado y Agonizante Corazón, limpien mi vida, limpien mis cadenas ancestrales maternas y paternas. Te pido que me liberes y santifiques con tu Amor y Misericordia, que toda entrega hecha al enemigo de las almas, de mi parte o por parte de mis antepasados, sean rotas y destruidas con el poder de tu Sangre Preciosa.
Señor, ten piedad.
Jesucristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Con tu Preciosa Sangre me limpio y me entrego como un niño en el Vientre Materno de María, mi Madre, para que sea el Divino Espíritu Santo formándome y haciéndome semejante a Jesús, y desde el Vientre Materno y Purísimo de mi verdadera Madre, María, seas Tú, Jesús, dándome tu amor, tus dones, gracias y carismas para servirte mejor en tu Iglesia y hermanos.
Desde el corazón de mi Madre María, enséñame y ayúdame a perdonar, a restituir mi vida, a sanar mi corazón de tantas heridas de mi infancia, todas aquellas situaciones vividas que me han herido. Ayúdame y libérame. ¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! Te ofrezco también mi adolescencia y juventud. Te consagro mis potencias, mis capacidades, mi libertad, mi personalidad, mi sexualidad, mi cuerpo y espíritu.
¡Sáname, Sagrado Corazón de Jesús! De todo aquello que hirió, obstaculizó tu gracia, y por aquellas veces que nadie fue capaz de mostrarme el amor que Tú tienes por mí. En el Sagrado Vientre de María, mi Madre, restaura mi vida de niño, de adolescente, de joven, llenándome de esa pureza que perdí, de esa confianza que ya no puedo restaurar si no es por tu Amor, de esa caridad que ya no puedo dar, de esa esperanza que ya no tengo y, por lo tanto, veo todo perdido.
¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! Sáname, dame fuerzas para levantarme y vivir como hijo digno del Padre, en libertad y en amor.
Señor, ten piedad.
Jesucristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Te entrego mi vida, ¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! El estado actual en que me encuentro:
soltero, casado, viudo o en pecado.
¡Libérame, Sagrado Corazón de Jesús! Que mi vida sea vivida en perfecta armonía con el Padre Celestial, que pueda ser libre para cumplir su sagrada Voluntad.
Te pido perdón por todos los pecados que he cometido en mi vida, desde mi primer instante, ignorando el amor que siempre me demuestras. Purifica todo lo que he hecho mal durante toda mi vida, y ayúdame a suplir todo lo bien que debí haber hecho y que he omitido con mi falta de amor.
Te ofrezco ¡Sagrado Corazón de Jesús! mi pasado a tu Divina Misericordia, mi futuro a tu Amorosa Providencia, y mi presente a tu Amor Santo que es tu Amor y Misericordia misma, reflejos de tu Divina Voluntad.
Te pido ¡Sagrado Corazón de Jesús! que me sanes de mis enfermedades espirituales, físicas y mentales, para ser libre por tu Amor y Misericordia (pedir por alguna intención en especial).
¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! no me dejes solo en mis sufrimientos. Tú, Señor, conoces mi debilidad, no soy más que un abismo de miseria y fragilidad. Señor, soy como un recién nacido, no sé valerme por mí mismo. Soy impotente, pero me abandono en confianza en tu Sagrado Corazón Misericordioso, y creo que todo lo que he pedido ya se me concedió. Haz de mí lo que quieras, Jesús, dame la gracia de saber amarte en todas las circunstancias de mi vida. No disminuyas, Señor, el cáliz de amargura, sino que dame solo la fortaleza de beberlo todo.
También ¡Sagrado Corazón de Jesús! te pido que me sanes de alguna enfermedad física que quieras Tú, mi Señor, liberarme. Sana mis órganos (nombra algún órgano enfermo...). Sana mis sistemas que constituyen mi cuerpo (nombra los sistemas…). Te pido sanes mis sentidos (nombre los sentidos del cuerpo...). Sáname mis células y nervios. Sana mi cerebro, mi memoria, mi entendimiento, mi psiquis.
Está dando Jesús, en este momento, la sanación de un páncreas. Está sanando Jesús un estómago. Está sanando Jesús ansiedad y depresión. Está concediendo Jesús la liberación de unas deudas. Y provisión para una familia que lo estaba necesitando. Está sanando unas rodillas y artritis. Está liberando Jesús de unas cadenas viciosas de tabaco y alcohol. Unos padres han pedido por un hijo en drogadicción y Jesús está sanando.
Y dice el Señor, amados hijos, ustedes han sido creados para la comunión.
Nosotros, la Trinidad, somos un solo Dios con tres personas y acciones distintas: El Padre los ha creado. El Hijo los ha rescatado. El Espíritu Santo los ha santificado.
Y Nosotros, la Trinidad, éramos, somos y seremos, porque el Padre genera la Palabra que es el Hijo que se hizo hombre. Pero el Padre y el Hijo se aman, se aman desde toda la eternidad. Y el amor eterno entre el Padre y entre la Palabra suscita el amor. El amor que es el Espíritu, porque somos Trinidad. Somos comunión. Y, por eso el hombre nace con necesidad de comunión.
Lenguas….
Todo ser humano desde su nacimiento nace con un espacio en su interior. Un hueco que debe ser llenado por la comunión. Porque el hombre fue hecho para vivir en comunión. Por eso Adán fue unido por voluntad de Dios a Eva. Y por eso el hombre busca la comunión con el cónyuge. Con los hijos. Con los padres. En la iglesia. En el Apostolado. Con sus semejantes.
Desde niño, el hombre busca el amor porque fue creado para vivir en el amor, para darlo y recibirlo, porque la Trinidad, que lo hemos creado, somos el amor existencial. Somos el amor en persona. No subjetivo. No relativo. No ilusorio, sino existencial. El amor que es. Y el amor que nunca dejará de ser. Un amor tres veces Santo. Y que marca al hombre para el amor. Y que llama al hombre para el amor.
Han sido creados para el amor y por eso deben darse cuenta que necesitan vivir en el amor. Que necesitan esforzarse en vivir en comunión. Que necesitan ser uno del otro. Sólo así podrán entender, podrán comprender el Llamado del Apostolado. De extender el reinado de la comunión. El reinado de la comunión. Llenen el hueco del mundo. Llenen el vacío del mundo. Llenen el hueco del mundo con la unidad. Con la voz que va de la dignidad humana con la caridad. Y nunca decaigan en la fe, ni en la esperanza, porque sólo con la fe, con la comunión que es el amor, con la esperanza que proviene de la alegría que confía, podrán salvar al mundo.
Y la hacer realidad la Cruzada de un nuevo Pentecostés. Porque el nuevo Pentecostés al que han sido llamados es para sensibilizarlos a vivir en común unión. A vivir en Jesús-comunión. A vivir en Jesús-Cáritas. A vivir lo que dice el apóstol san Pablo: La caridad de Cristo nos urge y ese será el lema de la Cruzada del nuevo Pentecostés a la que han sido llamados: Caridad de Cristo nos urge. La caridad urge y debe iniciar en el Apostolado.
En el Nombre de Jesús y con la intercesión de nuestra Madre Celestial María, Madre de la Iglesia, de los santos ángeles y santos del cielo, te pedimos Padre Santo que nos sanes de cualquier vicio que pudiéramos tener (especialmente de…).
Sánanos de todo miedo, temor, nerviosismo, angustia, ansiedad, e inseguridad, del orgullo y de toda soberbia. Sánanos de depresión, psicosis, obsesiones, de toda inestabilidad emocional y mental, decepción, desengaño, amargura, de rebeldía, de toda idolatría y superstición.
Señor, me has soportado todos estos años con mis pecados, pero a pesar de ello has tenido compasión de mí. Me he descarriado en todos los aspectos, pero ahora no quiero pecar más.
Te he agraviado y he sido injusto. Ya no lo seré nunca más. Renuncio al pecado, renuncio al demonio, renuncio a la iniquidad que ensucia mi alma. Libera mi alma de todo lo que es contrario a tu santidad.
Te suplico, Señor, que me salves de todo mal. Ven ahora, Jesús. Ven ahora a habitar en mi corazón. Perdóname, Señor, y permíteme descansar en Ti porque Tú eres mi Escudo, mi Redentor y mi Luz, y en Ti confío. Desde hoy, Señor, te bendeciré en todo momento. Repudio el mal y a todos los demás dioses e ídolos, porque Tú eres el Altísimo sobre el mundo entero, trascendiendo de lejos a todos los demás dioses. Con tu poderoso brazo, sálvame de la mala salud, sálvame de estar cautivo, sálvame de los conflictos y derrota a mi enemigo el demonio.
¡Ven pronto en mi ayuda, Oh, ¡Salvador!
Señor, ten piedad.
Jesucristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Te doy gracias Jesús por escucharme junto a mi Santísima Madre, quiero ser esclavo suyo, ser apóstol de sus Sagrados Corazones Unidos. Manifiesten su Reinado en nuestros corazones a través de una vida de santidad y virtud, para que así podamos, en estos tiempos, cumplir la misión de ser apóstoles de sus Dos Corazones de Amor y extender su Reinado, primeramente, en mí.
Corazón Doloroso e Inmaculado de María, ruega por nosotros que nos refugiamos en ti.
Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu Reino Eucarístico, a través del Triunfo del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, nuestra Madre en la Divina Voluntad y el Triunfo de la Cruz en el Espíritu Santo, extendiendo la Llama de Amor Santo y Divino en todos los corazones. Amén.
Corazón de Jesús, Santísima Madre les agradecemos por su amor, por su presencia, por los milagros que me han permitido ver, pero no sólo por ellos, sino por todos los milagros que has hecho hoy. Porque has derramado infinitas gracias sobre todo el Apostolado, derramando el nuevo Pentecostés.
Te pedimos, ¡Oh, Jesús! Con tu Sagrado Corazón Eucarístico, nos bendigas con tu amor.
Amado Jesús, bendícenos, llénanos de tu amor y de tu luz. Revístenos de la autoridad que hemos recibido en el bautismo, sacerdotes, reyes y profetas. Que podamos ser conscientes del poder que se nos ha sido dado con los sacramentos. Señor, como hijos de la Iglesia creemos, confiamos y tenemos fe en tus milagros, en tu poder, en tu Palabra y en tu Llamado de Amor.
Derrama sobre nosotros la bendición de la Alianza de sus Sagrados Corazones Unidos.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Paz y alegría en Jesús y María. Hermanos, sigamos con el corazón abierto. Expectantes y con el corazón abierto para recibir porque hemos iniciado un tiempo de renovación espiritual en el Apostolado. No seamos indiferentes a ellos, no los ignoremos y tengámoslos presente. De ahora en adelante el Señor ha llamado al Apostolado a un nuevo Pentecostés y debemos estar abiertos a vivir ese nuevo Pentecostés que el Señor nos ha comenzado a vivir.
Desde la casa de los Sagrados Corazones de Jesús y de María les envío a todos un abrazo, mis oraciones. Los tengo presente todos los días en cada aparición. El Señor nos mantenga unidos en la caridad porque nos urge y que el Jubileo de la Esperanza sea para nosotros un gran Pentecostés. Viva Jesús, viva María, viva José, viva el Apostolado. Fiat. Fiat. Fiat. Gloria a Dios.