Amado hijo, pequeña nada de mi Sagrado Corazón:
La indiferencia, en la cual la humanidad se ha sumergido, causa un gran dolor a mi Corazón, porque la indiferencia aleja a las almas de mi Espíritu.
Querido hijo, ¡anúnciales! que el Cordero de Dios ya se está manifestando y con su Sangre Eucarística está sellando a su ejército.
Querido hijo, el Cordero, que abre los sellos y está en la diestra del Padre, es mi Sagrado Corazón Eucarístico y este es el Nombre que se me ha dado para salvar a las almas:
SAGRADO CORAZÓN EUCARÍSTICO DE JESÚS.
El gran Nombre dado al Cordero de Dios.
Y con mi Sagrado Corazón Eucarístico, Yo, el Cordero de Apocalipsis, doy mi bendición.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.