Amados hijos de Mi Corazón Inmaculado, deseo hablarles sobre el Misterio de Mi Presentación en el Templo.
Queridos hijos, fui creada para una misión específica, ser Madre del Hijo de Dios, pero como cualquier criatura tuve padre y madre. Y mi padre San Joaquín, y mi madre Santa Ana, eran fieles cumplidores de la Ley del Señor, y como correspondía a todo recién nacido primogénito, debía ser presentado en el Templo por manos del sacerdote al Señor, y consagrar a esa criatura que se presentaba al servicio de Dios.
Queridos hijos, fui presentada ante el Señor en el momento en que fui tomada por las manos del sacerdote del templo y presentada ante el Padre fui ofrecida como la Primicia de las primicias, como la Ofrenda de todas las ofrendas. Y en ese momento, en que fui entregada al Padre Eterno, fui ungida por el Espíritu de Dios para ser la Corredentora de todo el Pueblo de Dios, es decir, la que más perfectamente estará unida a la misión redentora de Jesús.
Por eso, hijos míos, en el momento de Mi Presentación al Templo, fui la primera Redimida y fui también la Corredentora, fui la Primicia y la Ofrenda que prepararía el ofrecimiento del mayor sacrificio de Jesús en la Cruz.
Hijos, ahora, a todo Mi Ejército Mariano, los hijos que me aman y se consagran a Mi Corazón Inmaculado, Yo los quiero llevar como primicias en reparación y salvación por la humanidad. Hijos, acepten mi invitación.
Les amo y les bendigo como la Madre de las Primicias. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen