Pequeños apóstoles de mi Corazón Inmaculado, como Reina del Universo y como Madre del Rey, traigo mis Manos llenas de gracias, de dones y muchas bendiciones espirituales y celestiales para todos mis hijos de parte del Rey, Jesucristo.
Queridos hijos, cuando la Santísima Trinidad me coronó y declaró como Reina de todo lo creado, toda la creación fue consagrada por Dios Padre a mi Corazón Inmaculado. La Sangre de mi Hijo Jesús selló esta Consagración Eterna y el Espíritu Santo empezó a actuar con más fuerza en las creaturas del Señor, porque mi Corazón Inmaculado fue la Puerta que se abrió para que el hombre y Dios se encontraran en el Amor Santo.
Por eso, ahora, es necesario que mis pequeños hijos renueven cada día su consagración a mi Corazón, así como hoy la tierra es entregada totalmente a mi Corazón Inmaculado, mi Divina Maternidad como Reina Universal, abraza a toda la creación, especialmente a los hombres, hijos adoptivos del Padre por el santo Bautismo.
Queridos hijos, y cuando sus corazones sean de verdad entregados a mi Corazón Inmaculado, el Espíritu Santo hará de mis hijos, verdaderos apóstoles de nuestros Sagrados Corazones. El Espíritu Santo renovará vuestra consagración bautismal y les animará a vivir el Evangelio de Jesús y a reafirmar vuestra fe en el Divino Redentor.
Queridos hijos, como Reina del Universo les traigo el Don precioso del Espíritu Santo para que habite en vosotros y les haga verdaderos discípulos del Corazón de mi Hijo y prediquen con vuestro testimonio de vida con amor, con humildad, la Buena Nueva de mi Hijo.
La Reina intercede ante el Rey por su pueblo. Les bendigo.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos, lean el capítulo 2 del Libro de Esther.