Adorado sea el Sagrado Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento.
Hijos, recuerden, primeramente, que son amados[1]. Por eso en cada Llamado de Amor y de Conversión, Nuestros Sagrados Corazones no solo los saludan, sino y sobre todo les recuerdan: son hijos amados. Y cuando un hijo se siente amado, ofrece actos de amor y aunque los actos de amor no sean correspondidos por su semejante, sigue amando, pero en el amor de quien lo ha amado primero.
Es el amor divino que Jesús vivió en la tierra[2]. Un amor que, a pesar de no ser retribuido, se entregó porque era amado por el Padre y en el Padre amaba a sus semejantes, y el amor que viene del Padre no se desgasta.
Ante todo, nuestros Llamados de Amor, nuestra Obra Magna y las Devociones del Apostolado son un recordatorio para que la humanidad se sienta amada. Y sintiéndose amada, se sienta digna. Y sintiéndose digna, recuerde que es semejanza de Dios. Por eso, cuando reine el amor divino, es que podrá extenderse la paz[3].
Comiencen ustedes, hijitos, que Dios los ama y quiere su felicidad. Una felicidad Eucarística.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Ave María purísima, sin pecado original concebida.
[1] Efésios 5,1
Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos,
[2] 1 Juan 4, 10
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
11 Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
13 En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
14 Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, como Salvador del mundo.
15 Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
16 Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.