Querido hijo:
Yo Soy el sacerdote y la víctima del Sacrificio Expiatorio. Soy el sacerdote que ofrece el sacrificio y a la vez soy el Sacrificio que ofrece el sacerdote. Soy el sacerdote que, entre el Padre Tierno y Misericordioso y los hombres, se ofrece como sacrificio y como sacerdote.
Y, Yo, con la fuerza del Espíritu Santo, he llamado a hijos míos con los cuales he querido compartir y unirlos a mi ministerio sacerdotal; y, con esta misma fuerza del Espíritu Santo deseo que todos mis sacerdotes sean ministros según mi Corazón: que en cada sacerdote reine mi Sagrado Corazón.
Con mi Sagrado Corazón Sacerdote y Eucaristía los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.