Busquen el Reino de Dios.
Queridos hijos:
Vengo como María Rosa Mística y derramo Gracias sobre sus almas. No deseen, mis pequeños soldados, riquezas materiales, busquen al Reino de Dios y su Justicia Divina.
El tiempo ya no es tiempo[1]. El mundo está en tinieblas y oscuridad[2]. Las almas se han alejado de Dios y a la Santa Misa se le da poca importancia.
Por eso, les invito a orar y reparar, que vivan el Evangelio de mi Hijo Jesús. Vivan de oración, sacrificio y penitencia. Reciban a mi Hijo Jesús en la Eucaristía[3].
Pidan y hagan la paz. Pero, si no hacen la paz no habrá paz, pero si piden la fuerza para hacer la paz, mi Hijo Jesús se las otorgará.
Les pido nuevamente, vivan en entrega y sacrificio, cargando cada día sus cruces[4] hasta el Calvario, para que muera el ‘yo’ egoísta, y resucite mi Hijo Jesús en cada uno de sus corazones.
Les amo y les bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María purísima, sin pecado original concebida
[1] Efesios 6, 13
[2] Isaías 9, 2
[3] Sn Juan 6, 55
[4] Sn Mateo 16, 24