El Sacramento de la Unción de los Enfermos
Jesús:
Pequeño hoy quiero seguiros enseñando.
El instrumento:
Todo lo que dispongas, Jesús, es lo mejor para mi alma.
Jesús:
Sí, hijo, todo lo que nace de Mi Sagrado Corazón, nace con amor y en sabiduría, y Mi Divina Voluntad es ofrecida a mis almas para que ellas libremente acepten mis gracias y mis cruces.
Pequeño en mi misión pública en la tierra, sané a los enfermos, consolé a los afligidos, fortalecí a los débiles, di luz a los ciegos y abrí los oídos a los sordos, los mudos hablaron y los cojos caminaron y me siguieron pues anuncié el tiempo favorable de Señor (Lc 4, 18-19. Este era Mi Pueblo, almas sufridas, almas pobres, gente sencilla. Y a este pueblo por quien me entregué como víctima al Padre Celestial, no los quise dejar solos ni desamparados sino que, en Mi Sabiduría y Mi Voluntad Amante dejé a este, Mi pequeño Rebaño, una Madre que con su presencia da ánimo, consejos y fortaleza a mis pequeños.
Os di los Sacramentos, que es Mi Corazón que aún está vivo y obrante dentro de Mi Iglesia.
Es por medio del sacerdote que actúo Yo mismo, ungiendo a los enfermos. Este Sacramento es una gracia de Amor Misericordioso para con los hombres. El Sacramento de la Unción sana principalmente el corazón a quien lo recibe. El Sacramento de la Unción dona fortaleza y paciencia al enfermo. El Sacramento de la Unción, a través de Mi Espíritu Santo santifica el dolor humano para que se unan a Mi Dolor. En este Sacramento toco la miseria de los hombres y por medio de este Sacramento las enfermedades se convierten en obras de glorificación para Mi Corazón (Jn 11,4).
No he dejado a Mi Pueblo solo, con hambre y enfermo sino que a través de Mis Sacramentos estoy con mi pueblo, sanando y alimentando a Mi Rebaño.
Los Sacramentos son Mi Vida obrante aún hoy dentro de Mi Iglesia.
Te bendigo. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.