Mi Sagrado Corazón es un Abismo Insondable de Amor, Misericordia y Ternura. Cualquier hombre que se acerque a mi Corazón va a experimentar el Abrazo que le da Dios como un Padre a su hijo. Es un gran deseo de mi Sagrado Corazón que todos reconozcan, en mi Corazón, el Inmenso y Eterno Amor que tengo por cada uno. Es muy sencillo hablar del Amor de Dios, es muy sencillo hablar de las cosas de Dios, pero lo importante es que lleguen a experimentar el Amor de Dios, porque de verdad no se puede hablar de mi Amor cuando no me permiten dárselo a ustedes.
Cuando se hacen pequeños, cuando reconocen que nada pueden, que nada saben, que sólo son criaturas, pero se alegran de ser pequeños, pero se ponen felices en sus corazones cuando saben que dependen totalmente de Mí. Sólo así despojados de todo, incluso de todas las ataduras y problemas que les atan a la tierra, van a ser sensibles al Amor que les tengo. La materia, la comodidad, el tener, el poder, el placer, ha adormecido sus corazones, Y el hombre de hoy se preocupa más para construir su vida aquí en la tierra pero no se preocupa de la vida eterna, la olvida totalmente creyendo que no hay cielo, o que no hay infierno, y cuantas almas llegan al final de su vida terrena en el mismo error.
Yo he suscitado esta Obra reuniendo y llamando, a través de mi Madre, a todos los apóstoles de nuestros Sagrados Corazones, en el mundo entero. Esta Obra es incomprensible si no oran. Hijos, lo que he suscitado con todos ustedes, es una Obra llena de Amor pero de urgencia.
¡Oren, oren mucho! ¡oren con todo el corazón! para que comprendan la importancia de esta Obra. Y tú, mi pequeño mensajero, no temas; debes reunir, debes congregar, debes de guiar a todo el Ejército de mi Madre. No temas, porque adonde te enviemos iremos contigo. Y así, con todos los apóstoles de nuestros Sagrados Corazones. Oren para que todos los corazones se unan al Corazón de mi Madre y el Mío, y así van a comprender la grandeza de nuestros Mensajes.
Yo con Amor Misericordioso los bendigo, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.