Alabado sea el Sagrado Corazón Eucarístico de mi amado Hijo Jesucristo.
Queridos hijos míos, Yo no deseo que sucedan los secretos –que nuestros Sagrados Corazones Unidos han revelado a la pequeña nada– para que ustedes se den cuenta de la importancia de estos Últimos Llamados de Amor y de Conversión.
No es necesario que se cumplan los secretos para que crean en mis apariciones en este lugar, refugio de nuestros Sagrados Corazones; y que, no sea demasiado tarde cuando por fin se decidan por mi Obra Magna.
Hijos míos, quienes recen con perseverancia, amor y fidelidad todas las Devociones que hemos revelado en el Apostolado, verán lo que son los verdaderos milagros.
Yo, su Madre, Reina de la Paz, con mi Doloroso e Inmaculado Corazón los bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.