25 Octubre 2017 – Llamado de Amor y Conversión del Casto y Amante Corazón de San José

25 Octubre 2017 – Llamado de Amor y Conversión del Casto y Amante Corazón de San José

El Cielo mismo prepara a los hijos de Dios. Cuando Dios escoge un alma para su servicio, Dios mismo los prepara.

Primero les hace ver lo que está mal y lo que deben cambiar. Luego les da conciencia de pecado, para que reconozcan sus culpas. Y en ese momento, el alma comprende que una palabra, un pensamiento o una mirada, ya puede ofender a Dios. El alma que entonces se deja iluminar y se arrepiente, cambia, y en todo busca agradar a Dios.

Las almas que se encuentran con el Amor de Jesús no quieren ser vistas ni escuchadas, ni admiradas, sencillamente se quieren esconder, se esconden. Allí en lo oculto, en el anonimato, en el silencio, quieren servir a Dios. Porque sólo Dios es el objeto de su amor. Nada ni nadie. Y comprenden que sólo Dios ‘Es’.

Así, del mismo modo, el Espíritu Santo y nuestra Señora hicieron conmigo: me iluminaron, me indicaron lo que debía hacer y obedecí. Esa obediencia es decir ‘no’ a la voluntad humana. La voluntad humana lleva al pecado, a la muerte, a la condenación. Renunciar a vuestra voluntad, para vivir lo que Jesús quiere y les ha enseñado, es un acto de amor. Renunciar a ustedes mismos es un acto de fe y también de confianza, porque todo lo esperan de Dios.

La verdad y el amor, la seguridad y la alegría, esa alma que confía, la encuentra en Dios. Los invito a esto. A pesar de todas las tormentas de la vida nunca pierdan la confianza en Dios. Aún cuando están en la más terrible prueba, pero confían en Dios, no les falta la paz, creen y siguen adelante. ¡Eso quiere Jesús! Sigan adelante, por muy largo el desierto, deben caminar. ¡Nunca se desanimen de la pequeña cruz que Dios les ha dado para salvarlos!

Los bendigo como el Padre Nutricio de Jesús, el Verbo que se hizo Carne para redimir a toda la humanidad.

¡Miren a Cristo crucificado! ¡En la Cruz tienen la más grande prueba de Amor!

En el Nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.