Queridos hijos de Mi Sagrado Corazón, les invito a entrar en las profundidades de Mi Corazón. Y en Mi Corazón, pequeño, encontrarán el amor, la paz, la tranquilidad y la confianza.
Amados míos, no desesperen. Muchas almas cometen el error de decir que Dios los ha abandonado, que Dios los ha olvidado, que Dios no les perdonará, que Dios está molesto con ellas. No, hijos, ese no es el Corazón de Mi Padre Celestial. Mi Padre es un Dios de Amor, de Misericordia, de Consuelo. Mi Padre es un Padre Dulcísimo, es Misericordioso, pero es Justo. Es Padre, pero es Dios.
Queridos hijos, el pecado atrae desgracias, la maldad atrae tristeza, la desconfianza atrae el miedo, y Mis apóstoles de los últimos tiempos no deben vivir de esa manera.
El Espíritu Santo que se les ha dado les enseñará a vivir, a perdonar, a trabajar por la paz. El Espíritu Santo hará todo por ustedes, pero confíen en Mi Espíritu. Y así Yo, el Hijo, me glorificaré por la Intercesión de la Corredentora.
Las guerras, las calamidades, los sufrimientos del mundo, provienen de una causa muy olvidada e ignorada por la gran mayoría, y es la falta del Espíritu de Dios en los corazones. Oren para que el mundo sea ordenado en lo establecido por Mi Padre.
Hijitos, no tengan miedo porque todo sucederá para la Gloria de Nuestros Dos Corazones. Les amo y les bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.