Si el mundo conociera a mi Sagrado Corazón.
Mi pequeño hijo:
Si la humanidad se sumergiera en los abismos de mi Sagrado Corazón[1] dejaría su vida de pecado, se dejaría transformar por Mí, perdonaría, amaría, sanaría, se liberaría.
Pero viven atados a sus fracasos y caídas, sus rencores y enfermedades. Son aquellas ovejas que se alejan del redil[2], sufren y lloran, se angustian; pero, aun así, corren lejos del Pastor y no quieren ser llevados de nuevo al Rebaño.
Así, hijo, está la humanidad, no ama, no añora, no descansa en mi Sagrado Corazón.
Cuánto les he amado y cuán poco han correspondido a mi Amor[3].
Yo te amo y te bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida
[1] Isaías 30, 17
[2] Sn Juan 10, 16
[3] Jeremías 2, 19