El Eterno Padre envió su Divino Espíritu para guiarme, para que, mi Corazón iluminado con la Luz de la Divina Voluntad, recorriera el Camino que el Padre ya me había preparado: mis Siete Dolores y Gozos al lado de Jesús y de Nuestra Señora.
El Espíritu Santo me acercó al Corazón de la Madre, me hizo comprender la grandeza oculta que María guardaba en su Corazón y consagró mi alma al Corazón de Nuestra Señora. Consagrándome al Corazón de la Santísima Virgen, me consagré al Corazón de Jesús. Y es esto lo que Dios quiere. Que todos sus hijos, guiados por el ejemplo y los Llamados de Amor de mi Corazón Castísimo, se consagren a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Es, por esto mismo, que el Padre me ha enviado a revelar mis Dolores y Gozos como el Camino, el Vía Crucis, el recorrido de San José. Para que en este Camino todos aprendan de la humildad, de la mansedumbre, de la paciencia y de la confianza absoluta en Dios.
Hijos míos:
Para recorrer el Camino Josefino es necesario que abran el corazón y vivan mis Llamados, porque sólo así tendrán una guía clara y precisa para acercarse a los Corazones de la Madre y del Hijo y vivir el deseo, la voluntad y las intenciones de sus Corazones Unidos.
Abran sus corazones y permitan que Yo, vuestro Padre San José, les guie y ayude en este Camino de santidad hacia los Corazones de la Santa Mamá y del Hijo Redentor. Hijitos, ¡escúchenme con el corazón!
Desde este Refugio de la Sagrada Familia bendigo al mundo entero.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.