Mis pedidos y mensajes no han sido escuchados
Querido hijo, mi pequeña alma vestida con el Sol de Fátima, escribe mis Palabras que transmito a tu pequeño corazón. La humanidad se encuentra en una gran batalla espiritual. El mundo, los hombres y la creación, corre precipitadamente hacia el abismo. Los corazones perturbados se autodestruyen porque no hay esperanza en su vida. No viven de fe. No hay caridad en su interior.
Mi pequeño, quiero decir que los mensajes y pedidos del Cielo no se han escuchado, algunos se han ocultado y muchas de mis maternales palabras has sido alteradas. Ni el mundo –ni los pastores– desea acatar los pedidos del Cielo.
Ora, ora, ora siempre porque la Iglesia entrará en gran crisis de fe. La Sagrada Comunión se convertirá nada más que en un signo de reunión social, de hermanamiento, de comunión ideológica y no se creerá en ella como lo que es, el Cuerpo de mi amado Hijo.
Fátima ha sido un llamado de atención, y muchos desobedecieron al pedido de Dios enviándome a Mí, su humilde esclava.
Mi querida alma sellada con mis credenciales, quiero que digas, desde el silencio de tu corazón, que deseas ser apóstol de los Últimos Tiempos.
Tú, mi escogido, a quien poco a poco desvelo el secreto de Fátima, sé el heraldo de mi mensaje en Fátima. Lo guardo en tu corazón.
Muy pronto conocerán lo que han construido y eso mismo que han construido los destruirá.
En cambio, mi Reinado, mis apóstoles, mi Ejército los confío a ti, porque tú eres el hijo especial de Fátima.
Ora, ora, ora, el Padre tendrá que permitir que la reconstrucción y la restauración de su Templo lleve consigo el dolor; destruir para construir, herir para sanar, matar para dar vida. Porque he aquí el tiempo, mi pequeño, que mi mensaje y advertencia se cumplen.
Te entrego una autoridad de la Nueva Arca de la Salvación: Mi Corazón Doloroso e Inmaculado muy pronto triunfará, mi hijo especial de Fátima, y se queda contigo.
Te amo y te bendigo desde la Salette hasta Fátima. Te amo y te bendigo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.