Mi lugar santo.
Querido hijo de mi Corazón Doloroso e Inmaculado, hoy vengo a visitarte a mi lugar santo, refugio de Nuestros Sagrados Corazones Unidos.
Querido hijo, medita en tu interior, medita en Jesús y escucha las palabras de tu Santa Madre. Una nueva Fuente de Gracia brota aquí, el fluir del Espíritu de Dios que vendrá muy pronto a traer el Fuego de Pentecostés[1], después del despertar de conciencia de todos mis hijos, de la humanidad[2]. El Divino Espíritu fluye en cada alma de cada hijo mío[3].
Cuando me invocan, el Espíritu Santo vuelve a derramar la Gracia en aquellos que acudan a Mí, Santa Madre de Dios, así como lo hizo en el momento de mi Visitación a mi prima santa Isabel[4]. Al decirme “Bendita, Madre del Señor”, el Espíritu Santo fluyó, el niño en su vientre saltó de gozo al comprender que Yo, la humilde esclava, llevaba en mi Purísimo Vientre al Salvador, a quien san Juan el Bautista venía a preparar el camino[5].
Hijos míos, rezad a vuestra Madre con más devoción, pues, cuando me invocáis, el Espíritu de Dios se transforma en ríos de Agua Viva[6]. Sólo así lo ha dispuesto mi Señor, el verdadero Espíritu de Pentecostés se derrame en mis hijos cuando lo clamáis en el nombre de vuestra Santa Madre.
Hijos, llénense del Espíritu Santo, clamando su presencia por medio de mi Doloroso e Inmaculado Corazón, orando como les enseñé:
“Ven, mi Dios Espíritu Santo, a través de la poderosa intercesión del Corazón Doloroso e Inmaculado de María, tu amadísima Esposa”.
Clama, para que en sus vidas se derrame un nuevo Pentecostés. Oren mucho pidiendo la presencia del Espíritu Santo, haciendo especialmente el Santo Rosario, el arma que les doy contra Satanás.
En mi Dios Espíritu Santo, te bendigo.
En Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María purísima, sin pecado original concebida.
[1] Hechos 2,1-41
[2] Apocalipsis 6,14-17
[3] Sn Juan 3,8
[4] Sn Lucas 1, 39-56
[5] Sn Marcos 1, 3
[6] Sn Juan 7, 38