3 de diciembre del 2014 – LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA 

3 de diciembre del 2014 – LLAMADO DE AMOR Y CONVERSIÓN DEL CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA 

La gracia de la oración.

Querido hijo, hoy quiero enseñarte sobre la oración, oración que debe ser perseverante y continua. La oración tiene que ser desde el corazón. 

La oración purifica la mente, libera el alma, santifica el espíritu, eleva la conciencia del hombre hacia Dios, allí es iluminada –donde determina claramente sus pecados–y, con la oración puedes combatir al enemigo, combatir su ego humano, sus pecados, sus pasiones, sus malas inclinaciones. 

La oración es una fuente de agua viva que riega la tierra del alma en sequía. Sólo con la oración verdadera vencerán. Clamen a Dios Espíritu Santo que les enseña a orar, pues mora en cada alma de cada hijo mío, pues es Él, quien les hace clamar ¡Abba, Padre! 

La oración, brote de mi Corazón, es universal pues abrazan con su pequeño amor a la tierra, a los hombres, a la Iglesia. Cuando un alma ora, se sostiene. Cuando un alma ora, vence. Cuando un alma ora, confía y espera. Cuando un alma se fortalece es porque ora. Cuando mis hijos oran, demuestran que tienen sed de mi hijo Jesús. 

Les llamo a orar, a experimentar, primero en ustedes, el Gran Pentecostés que pronto llegará. 

El efecto de gracia de mi Llama de Amor es la oración. La oración que enciende en cada corazón humano en amor a Dios y en servicio caritativo al prójimo. Orar, hijos míos, es también servir. Sólo cuando oren de verdad, conocerán el verdadero amor y experimentarán la verdadera alegría. 

Muy pronto llegaré a traer, por orden de mi Hijo, a mi Resto Fiel. Oren, velen y estén preparados. 

Oren por Japón, un nuevo desastre natural caerá sobre esta nación. Oren por Indonesia y Tailandia. Oren por el continente africano. Oren por aquellas grandes potencias del mundo, con su soberbia y orgullo se destruirán.

Pero, Yo, nunca, los dejaré solos. 

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Ave María Purísima, sin pecado original concebida. 

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