Queridos hijos, por la Divina Voluntad estoy con ustedes y les guío y les enseño para que con vuestra vida glorifiquen al Santo de los Santos.
Que sus trabajos, que sus familias, que sus quehaceres, vayan dirigidos a la mayor Gloria de Dios. Glorifiquen a Dios siempre. En sus problemas y en sus tribulaciones, alaben y agradezcan. En sus sufrimientos y enfermedades, alaben y agradezcan. En sus tribulaciones y penas, alaben y agradezcan. Ofrezcan a Dios todo lo que son, todo lo que viven. Regálenselo a Jesús como a una ofrenda de amor. Ninguna de sus obras quedará sin ninguna Gracia por parte de la Divina Misericordia si ustedes la consagran a Jesús.
Hijos Míos, almas fieles, escuchen siempre a la Voz del Espíritu Santo. Oren y no pierdan la Paz. Vivan en la oración constante. Y en los tiempos de confusión y de prueba vuestro auxilio está en la oración y en la enseñanza de Nuestros mensajes. Porque Nuestros mensajes sólo les vienen a explicar y a enseñar lo que ya Jesucristo les ha dicho por medio del Santo Evangelio. Pero Nuestros Corazones Unidos como Intercesores vienen al encuentro de las almas fieles.
Hijos Míos, ovejitas del rebaño, no se dispersen porque los lobos son muchos y herirán al rebaño y al pastor si no están unidos al Buen y Divino Pastor Jesucristo. Escuchen Nuestra palabra. Reciban la Gracia del Espíritu Santo. El Señor les ama y les bendice. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.