Queridos hijos de mi Castísimo Corazón: deseo que mediten, con el Espíritu, en mi vida con Jesús y con María.
Yo, José de Nazaret, conozco el trabajo; conozco el cansancio; conozco la enfermedad; conozco del pan que se gana con el sudor y el esfuerzo. Pero, la vida cansada del mundo y del trabajo no deben impedirles, en ningún momento, abandonar a Jesús. Con el trabajo también se glorifica a Dios. Con la enfermedad también se ruega a Dios. Con la vida diaria también se puede vivir con Jesús.
Hijos míos, el mundo está cometiendo el grave error de expulsar a Jesús de todos los ambientes. Porque, para el mundo, Jesús estorba, incomoda. Igual como en Belén, no hay espacio, no hay lugar para Jesús.
Reflexionen sinceramente, si en sus corazones, hay lugar o no hay lugar para Dios. Examínense y entiendan que Dios debe tener siempre el primer lugar en todo: en el trabajo, en la enfermedad, en la familia. En la vida ordinaria todas las cosas deben ordenarlas en el Amor de Dios.
Pequeños, unan sus vidas a la Sagrada Familia y aprenderán a amar a Dios, a escuchar a Dios, a trabajar y a vivir con Dios.
Les amo y les bendigo, vuestro protector, San José.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.