He aquí este Corazón que tanto ama a los hombres y que es tan ofendido, tan ultrajado.
Mi Corazón es triplemente traspasado:
–Primero, por las almas que no me conocen.
–Segundo, por las almas indiferentes.
–Tercero, son las almas que más me duelen, que, conociéndome, comulgando mi Cuerpo y mi Sangre, escuchando y leyendo mi Palabra, aún siguen con sus corazones duros. Este último grupo de almas son los que más hieren mi Corazón porque, conociéndome, no viven lo que les enseño.
Pequeños, si me aman obedecerán mis Preceptos, y el más grande de los Mandamientos es el amor a Dios y el amor al prójimo.
Cuando Juan, el Bautista, estaba en la tierra lo criticaban por ayunar, por orar y por vivir en la soledad. Cuando Yo estuve en la tierra me criticaban por servir, por sentarme a la mesa, por compartir con los pecadores, las prostitutas y los recaudadores de impuestos. Jamás el mundo entenderá mis proyectos, porque si no hay amor todo les será confuso, pero si confían en lo que Yo hago y digo, encontrarán la Verdad.
¡Amor! amor es lo que pido. ¡Amen, especialmente a aquellos que son difíciles –para ustedes– de aceptar! ¡Ámenlos! Porque ¿qué mérito tienen si aman a aquellos que los aman? ¿cuál es su expiación? ¿cuál es la renuncia a su voluntad? ¡ninguna! Por eso ¡hagan lo que les es más difícil: ¡perdonar, servir y humillarse! ¿Se les olvida, hijos, que Yo soy el primer humillado que estuve despojado de todo, a la vista de todos, en lo alto de una Cruz?
Si no olvidan el acto más humilde del Hombre-Dios serán capaces de amar mucho. Pero si se olvidan de que su Maestro fue Crucificado, se alejarán del camino de la Verdad. ¡Siguen a un Crucificado! ¡siguen a un Traspasado! entonces, ¿por qué no quieren la Cruz? en la Cruz hay Verdad, y a los que más amo los limpio en la Cruz.
La Cruz es necesaria, sin Cruz no hay entrada al Reino, porque la Cruz es la Puerta de los de corazón pequeño y humilde ¿están dispuestos a abrazar esta Puerta de amor y humildad? Los invito ¡oren! Pero, también ¡amen! para que puedan comprender.
Esta es mi Obra, y quiero que mi Obra se extienda en el mundo entero, porque es la Obra del Sagrado Corazón Crucificado en la Cruz.
Hijos, les pido que me amen en sus hermanos.
Les bendigo con Amor Misericordioso.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.